Los envío como ovejas en medio de lobos. Mateo 10:16, p.p., NVI
Eran aproximadamente las 7:30 p.m. cuando Ashleigh le pidió permiso a su madre para dormir en casa de una amiga. La madre accedió con la condición de que regresara antes de las 10:30 de la mañana. Lo que la señora no sabía era que su hija había concertado una cita con un extraño que había conocido a través de Facebook.
Está bien, mami —dijo Ashleigh, mientras bajaba las escaleras—. Regresaré a las 10:30.
Sin embargo, Ashleigh nunca regresó. El supuesto amigo era un delincuente sexual de 33 años llamado Peter Chapman, quien en cuestión de horas secuestró, violó y luego asesinó brutalmente a Ashleigh Hall, una jovencita inglesa que se estaba preparando para ser enfermera.
¿Cómo logró ese sádico engañar a Ashleigh? Chapman logró establecer contacto con Ashleigh con la ayuda de una computadora portátil y de un teléfono celular con conexión a Internet. Colocó en su cuenta de Facebook fotos de un atractivo joven de 17 años, se hizo llamar «Pete» y, durante un mes, intercambió mensajes con Ashleigh hasta lograr una cita con ella.
Según informa la madre de Ashleigh, su hija tenía muchos amigos en su cuenta de facebook. «A todos los conocía personalmente —expresó la Sra. Hall—. No entiendo cómo pudo establecer esa relación con alguien a quien no conocía».
El triste final de Ashleigh puso en evidencia que las redes sociales que funcionan por medio de Internet tienen su lado bueno y su lado malo. Por un lado, te permiten estar en contacto con tus amigos, compartir con ellos noticias agradables y establecer nuevas amistades. Pero por otro lado, presentan todos los peligros que implica compartir información personal a través de un medio electrónico.
Si bien el final de Ashleigh Hall nos recuerda lo cuidadosos que debemos ser con la información personal que suministramos en la Red (además del peligro de entablar una relación con desconocidos), también nos recuerda una triste realidad: En este mundo hay gente muy buena, y también hay gente muy mala.
¿Cuál es la solución, entonces? ¿Desconfiar de todo el mundo? No exactamente. No se trata de que ahora veamos en cada ser humano un Peter Chapman. Pero tampoco seamos tan inocentes como para creer que todo el que se nos acerca está procurando nuestro bienestar. Ya lo dijo el Señor en este mundo hay ovejas, ¡pero también hay lobos!
Ayúdame, Señor, a ser sencillo como la paloma, pero también prudente como serpiente.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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