Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado hombre que confía en el! (Salmo 34:8).
En diciembre de 1997 murió mi padre Por varias razones mi mamá no quiso avisar a mucha gente. Ella decidió que únicamente la familia inmediata debía asistir al funeral. Mientras estábamos en la funeraria estuvimos cantando algunos himnos para que nos sirvieran de consuelo, en especial a mi madre. Aunque ella estaba tranquila se le notaba un dolor profundo por haber perdido a su compañero durante casi cincuenta años. Al contemplar aquel salón pensé que se veía algo desolado, ya que solo había algunas flores y unos arreglos dispersos aquí y allá. Pensé: «Si tan solo este salón estuviera lleno de flores». En contraste, una capilla contigua ¡estaba llena de personas y de flores!
En la madrugada mi esposo y yo decidimos ir a descansar un poco para luego bañarnos e ir al panteón donde colocaríamos el cuerpo de mi padre. Cuando regresamos a la funeraria me quedé sorprendida. El salón estaba repleto de flores: ¡muchas flores, coronas, arreglos, ramos, canastas!
Uno de los familiares de la persona a quien velaban en la sala contigua se había acercado a mi hermano y le había dicho que deseaba darnos todas las flores de ellos, porque no se las podían llevar, ya que a su pariente iban a incinerarlo.
¡Qué gran Dios tenemos! Un Dios que está atento aun a nuestros pensamientos y anhelos más fugaces. Alguien podría decir que todo fue una simple coincidencia, pero sabiendo cómo es el Dios en el que creo, sé perfectamente que él lo dirigió todo con el fin de mostrarnos que estaba muy cerca de nosotros en aquel momento.
Esta experiencia quizá pueda parecer algo insignificante, pero para mí no lo fue. Ya han pasado varios años desde aquel incidente y con frecuencia lo recuerdo agradeciéndole a Dios por darme aquella alegría en medio de mi dolor.
Ora al Señor para que tus ojos sean abiertos y puedas ver en todo lo que te sucede una bella expresión del amor de Dios. Aunque estés enfrentando algún dolor o desafío proclama: «Gustad y ved que es bueno Jehová. ¡Bienaventurado el hombre que confía en él!».
Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Laura Ochoa es mexicana. Está casada con el pastor Julio A. Díaz y tienen dos hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario