domingo, 4 de marzo de 2012

EL SEÑOR ES SANTO

«Justo es Jehová en todos tus caminos y misericordioso en todas sus obras» (Salmo 145:17).

Ningún padre terrenal es santo en grado absoluto como nuestro Padre celestial. Cuando decimos: «Santificado sea tu nombre», no le dedicamos ningún cumplido extraordinario; es un reconocimiento.
Los diccionarios dicen que las cosas santas pertenecen o están relacionadas con un poder divino, que son sagradas y dignas de adoración, que están apartadas para un propósito religioso o que merecen un respeto o una reverencia especiales. Sin embargo, la santidad de diccionario no va más allá. En cambio, en la Biblia, la santidad es un fuego abrasador que no tolera el pecado. A menudo contemplamos el amor de Dios, su misericordia, su gracia, su fidelidad y su bondad. Pero, hasta que no entendamos tan siquiera un atisbo de su santidad, jamás podremos apreciar realmente las revelaciones de nuestro Padre celestial.
No es preciso que seamos teólogos o filósofos para que podamos captar la importancia de su santidad; basta con que nos demos cuenta de que su misericordia y su gracia, su fidelidad y su bondad, son aspectos de su carácter mientras que él es santo. Todos los ídolos son el resultado de una idea errónea acerca de la santidad de Dios. Cuando no conocemos al verdadero Dios, nos hacemos dioses a nuestra semejanza.
Las palabras: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre», no tienen que evocar las imágenes de una relación triste o desagradable que hayamos podido tener con nuestro padre terrenal. Al contrario, gracias a ellas sabemos que hablamos con nuestro Papá celestial, cuya santidad lo lleva a hacer lo que hay que hacer.
Lo llamo Papá celestial porque Jesús así lo llamó en el Getsemaní. «Y decía: "Abba, Padre!, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú"» (Mar. 14:36). La palabra «abba» es el equivalente arameo de «papito». Jesús llamó «Papito» a su Padre celestial; por tanto, nosotros también podemos hacerlo. Al respecto, le pregunté a un rabino judío y me respondió que, aún hoy día, en el Estado de Israel los niños pequeños llaman así a sus padres.
¿Verdad que es reconfortante saber que nuestro Padre celestial es santo y bueno; y que, como buen Padre que es, hará lo que mejor nos convenga. (Basado en Mateo 6:5-13).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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