domingo, 4 de marzo de 2012

LEVÁNTATE Y ANDA

Pedro dijo: «No tengo plata, ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda» (Hechos 3:6).

El crecimiento físico de un bebé es progresivo. Algunos logran caminar alrededor de los once meses; sin embargo, al principio su paso será lento e inseguro hasta que adquieran suficiente confianza y fortaleza. Cuando mi hija mayor estaba aprendiendo a caminar yo le permitía que se apoyara en mis manos. Debido a que sus piernas no tenían las fuerzas necesarias se caía fácilmente, por lo que yo la tomaba de la mano y le mostraba algún objeto de color o que hiciera ruido. Luego ella se volvía a levantar para continuar con su práctica. Repetimos el mismo proceso muchas veces, hasta que aprendió a caminar sin dificultad. Aquella actividad implicaba sufrir constantes caídas, pero yo la animaba diciendo: «Levántate y anda».
Eso mismo experimenté al comienzo de mi vida espiritual cuando intentaba caminar por la senda cristiana. Espiritualmente yo era una persona paralítica: aun cuando deseaba acudir a Cristo, no tenía a nadie que me llevara. Algunas amistades me invitaron a sus iglesias, pero no tenían el poder para que yo me levantara del lugar donde me encontraba. Cuando leía las Sagradas Escrituras iba encontrando principios que aquellos grupos no practicaban y en más de una ocasión dejé de asistir a la iglesia que estaba visitando. Hasta que una noche lloré amargamente y le dije a Dios en oración: «Yo quiero caminar contigo y ser una cristiana de verdad, pero sola no puedo hacerlo». El Señor me contestó: «¡Levántate y anda!, desde hoy caminarás libremente y predicarás este mensaje de salvación».
Pude escuchar la voz de Jesús, y su poder me levantó. Aunque me sentía sola, sabía que existía un Dios, así que lo busqué; sin embargo, él me encontró primero. Me olvidé de mis amigos, seguí a Jesús y él reafirmó mis pies y me indicó su camino. Envió a uno de sus siervos, que me invitó a asistir a la Iglesia Adventista.
Dios desea que nos pongamos en pie y que anunciemos las buenas nuevas de salvación. No permanezcamos estáticas como una planta que no puede trasladarse de un lugar a otro. A la luz de la Palabra del Señor tú también ¡puedes aprender a caminar con él!

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Nolvia de Trujillo es de Guatemala.

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