lunes, 23 de abril de 2012

LA VERDADERA ADORACIÓN



Y un tercer ángel lo siguió, diciendo a gran voz: «Si alguno adora a la bestia y a su imagen y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios» (Apocalipsis 14:9-10).

Uno de los principales objetivos del mensaje del tercer ángel es que comprendamos el significado de la verdadera adoración. Asimismo, expone las consecuencias de la falsa adoración y lo que les depara a quienes deciden rendir homenaje y adorar a la bestia y a su imagen.
La verdadera adoración conlleva un estilo de vida que se puede dividir en tres partes: relacionarnos con Dios, emplear nuestros cuerpos para adorarlo y rendir culto a Dios de manera práctica.
A través de la comunión con el Señor demostramos nuestro amor y respeto por él, así como el deseo de estar en contacto con la Fuente de vida y salud; el anhelo de que dirija nuestra vida a cada momento hasta que lleguemos a sus mansiones.
Nuestros cuerpos honran al Señor mediante la bendita disciplina que adquirimos por medio del estilo de vida cristiano. De esa forma es como hacemos nuestras las palabras del apóstol Pablo: «No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom. 12:2).
La adoración práctica se ilustra en Mateo 25 mediante la parábola de las ovejas y los cabritos: cuando Jesús venga en gloria y majestad, separará a las ovejas de los cabritos. Reconocerá que los verdaderos adoradores llevaron a la práctica su experiencia religiosa. No solo permanecían arrodillados o entonando alabanzas en el templo, sino que manifestaban su esperanza cristiana a través de actos de bondad, servicio, amabilidad, abnegación y de entrega hacia su familia, sus compañeros de trabajo, amigos, vecinos, o incluso desconocidos.
La forma en que administremos nuestros cuerpos revelará las tendencias de nuestro carácter, además de nuestro crecimiento espiritual.
Asimismo, la verdadera adoración incluye orar, meditar, estudiar la Biblia, alabanza, testificación y una convivencia sana con aquellos que nos rodean, entre otras cosas.
Querida hermana, ojalá que todas nosotras seamos ver daderas adoradoras y que muchas mujeres puedan acercarse al Señor a través de nuestro testimonio.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera de Diestre

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