«Que se oscurezcan sus estrellas matutinas; que en vano esperen la luz del día, y que no vean los primeros rayos de la aurora» (Job 3:9, NVI).
Si aún no lo has notado, hemos llegado al libro de Job. Y nos quedaremos aquí un rato, pues este maravilloso libro tiene mucho que enseñarnos sobre la naturaleza.
Job 3:9 habla de las estrellas de la mañana. Si estás despierto justo después de que el Sol se ha levantado podrás ver una estrella muy brillante. Esta es la última que se ve antes de que comience el nuevo día. Nosotros la llamamos la estrella de la mañana, pero realmente no es una estrella. Se trata del planeta Mercurio. Mercurio está muy cerca del Sol y siempre está reflejando su luz.
Cuando comenzamos nuestras aventuras de exploración el 1° de enero, hablamos de la manera en que la Luna refleja la luz del Sol, y de cómo nosotros debemos reflejar el amor de Dios. Hoy hemos aprendido del planeta Mercurio cómo reflejar siempre el amor de Dios. Así como Mercurio está siempre cerca del Sol, nosotros debemos permanecer cerca de Dios. Debemos pensar en él, hablar con él y hablar a los demás acerca de él. Al hacerlo, no podremos dejar de reflejar el amor de Dios. Así como Mercurio refleja la luz del Sol de manera natural, también nosotros comenzaremos a reflejar la luz de Dios naturalmente.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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