sábado, 5 de mayo de 2012

CRECER EN CRISTO


«Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán» (Salmo 126:5).

Una vez pregunte a unos «misioneros» de otra denominación a cuantas puertas tenían que llamar antes de que alguien les pidiera un estudio bíblico. Su respuesta fue: «Unas cien». Admiro su persistencia. No me queda más remedio que admitir que yo, tras cinco negativas seguidas, me desanimaría. Si en lugar de cinco, fueran diez, probablemente arrojaría la toalla.
Si damos crédito a nuestras percepciones, la siembra puede ser algo desalentador. Es una obra de fe. Nuestra responsabilidad consiste en esparcir la semilla, pero nosotros no segaremos la cosecha. Cuando el agricultor esparce las semillas, parece que las arroja al azar. Introduce la mano en la bolsa y extrae un puñado de semillas. Luego las echa al suelo y sigue avanzando. Ese es su trabajo, hace lo que se espera de él.
Transcurre el tiempo y, aparentemente, en el campo no sucede nada. Sale el sol, cae la lluvia y nada cambia. Un sembrador inexperto se desanima porque no ve nada que crezca de inmediato. Pero, lentamente, la semilla crece bajo la superficie: primero una brizna, luego la espiga y, finalmente, los granos.
Cuando el agricultor siembra una semilla, no piensa que recolectará más semillas; piensa en la harina que obtendrá de los granos molidos. Cuando esparcimos la semilla de la verdad, no esperamos cosechar más semillas. Deseamos que el carácter de Cristo se desarrolle en los demás, de manera que el reino crezca y el granero de Dios se llene.
Sin embargo, no debemos olvidar que Satanás también busca almas. «Satanás trabaja ahora con todo su poder insinuante y engañoso, para desviar a los hombres de la obra del mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado con gran poder. Cuando el enemigo vea que el Señor bendice a su pueblo, y lo prepara para discernir sus engaños, él trabajará con su poder magistral para introducir el fanatismo por una parte y el frío formalismo por la otra, a fin de que pueda recoger una cosecha de almas. Ahora es el tiempo de velar incesantemente. Vigilad el primer paso de avance que Satanás puede hacer entre nosotros» (Servicio cristiano, p. 51). Basado en Mateo 13:1-9

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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