¿Y quién es mi prójimo? Lucas 10:29
El siguiente relato nos lo cuenta Alice Gray, y tiene como protagonistas a un grupo de estudiantes que tenían que presentar un importante «examen». Mientras esperaban que comenzara la prueba, apareció en el salón de clases alguien para avisarles que el profesor los estaba esperando en el gimnasio. Sin pérdida de tiempo, salieron en esa dirección. Cuando pasaron al frente del hospital vieron a un hombre ciego que caminaba con dificultad. Todo parecía indicar que necesitaba ayuda, pero el grupo siguió de largo.
Más adelante, pasaron cerca de una señora que cargaba un bebé en un brazo, mientras que en el otro llevaba varios libros. De repente los libros se le cayeron. Con dificultad, la señora trató de recogerlos, pero ningún alumno se detuvo a ayudarla.
Luego se toparon con un perro atado a un árbol. El animalito trataba desesperadamente de acercarse a un recipiente de agua, pero el largo de la cadena no se lo permitía. Los estudiantes se percataron del problema, pero siguieron de largo. Por último, vieron a un hombre que cerraba la puerta de su auto sin notar que estaba dejando encendidas las luces de los faros. También se percataron, pero ninguno le dijo nada.
Cuando los estudiantes llegaron al gimnasio, el profesor ya los estaba esperando. Después de algunos minutos, el profesor hizo una seña con la mano. Entonces entraron al salón el ciego, la madre con su bebé, una joven con el perro que estaba atado al árbol y el conductor que había dejado las luces del automóvil encendidas.
Estas personas habían sido cómplices en un experimento para determinar cuan dispuestos estaban los estudiantes a brindar ayuda a alguien necesitado cuando sus propios intereses estuvieran de por medio. La preocupación por llegar a tiempo al examen los absorbió tanto que nadie se detuvo a ayudar. Lo que no sabían era que el «examen» consistía en probar quiénes habían entendido bien la parábola del Buen Samaritano. Todos fracasaron (Storiesfor the Extreme Teen's Heart [Relatos para el corazón del adolescente radical], pp.56,57).
Alguien podría necesitar de ti hoy. ¿Lo ayudarás? ¿O estarás tan concentrado en tus propios asuntos que ni siquiera te darás cuenta?
Dios mío, ayúdame a ser sensible a las necesidades de mi prójimo, incluso cuando esto signifique salirme del camino.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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