Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. (Salmos 126:6).
Solía observar a mi madre mientras ella sembraba semillas de maíz, de trigo, cebada, de arvejas, de habas y de otras plantas. A los pocos días brotaban las pequeñas plantitas que debían ser cuidadas, limpiadas de malezas y regadas para que pudieran prosperar. Luego florecerían y finalmente ¡vendría la cosecha! Si se las descuidaba, la cosecha sería escasa o nula, e incluso las malezas podían ahogarlas y matarlas.
Hermana, tú eres como una plantita que también necesita ser atendida por el Espíritu Santo. Necesitas de él a diario. Te invito a que antes de comenzar tus actividades riegues tu plantita mediante la oración, dedicando un tiempo para estar a solas con Jesús. Quizá estés pensando: «Eso ya lo sé, desearía que me dijeras algo nuevo». Bien, añadiré que debes perseverar y ser constante, ya que únicamente entonces podrás regocijarte y cosechar los frutos de tu labor. El Espíritu Santo, «el Consolador» (Juan 14:11), hará su obra en tu corazón.
El enemigo querrá ahogarnos mediante el desánimo u otras malezas espirituales, mientras estemos en camino hacia la patria eterna. Podría intentar hacerlo a través de una enfermedad personal o familiar, de la separación de un ser querido, o mediante muchos otros engaños.
«No debe ser difícil recordar que el Señor desea que usted deposite sus problemas y perplejidades a sus pies, y que los deje allí. Vaya a él, diciendo: "Señor, mis cargas son demasiado pesadas, ¿quieres llevarlas en mi lugar?". Y él contestará: "Yo las llevaré. Con misericordia eterna tendré compasión de ti"» (Testimonios para los ministros, p. 519).
Permíteme recordarte que tenemos un Dios vivo cuya misericordia se extiende por igual para todos los que la necesitan y la piden. Entonces, ¿por qué hemos de limitarnos pedirle que supla todo lo que nos falta? Debes estar segura de que el Espíritu Santo te acompañará en todo momento: él es tu ayudador y tu consejero.
Señor, haz de mí una plantita que pueda ser regada por tu Espíritu Santo cada día, y que crezca para producir buenos frutos.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mencía Bruñes Ruiz es peruana
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