«Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. » (Lucas 7:47).
Ahora los focos se centran en Simón, el leproso. Simón que vive una doble vida, Simón el fariseo, Simón el inconverso. Simón abrigaba la esperanza de que aquella fiesta para honrar a Jesús mejoraría la opinión que los demás tenían de él y fuera más fácil coronarlo rey. Puesto que la familia de Simón había sido bendecida con varios milagros, era natural que esperara disfrutar de una posición destacada en el nuevo reino terrenal de Cristo.
Pero el festejo tomó un giro inesperado y catastrófico cuando María se puso en evidencia. Insensata e impulsiva María... De carácter ingenuo y complaciente, María había cedido a las sugerencias inmorales de su tío Simón hasta el punto de casi arruinar su vida. Si Jesús no la hubiera encontrado y perdonado, ¿quién sabe dónde habría llegado? Si había otra cosa que desagradara tanto a Simón era que Jesús no la hubiera echado fuera ni la hubiera reprendido. Simón estaba tentado a pensar que tal vez Jesús no era un profeta. No dijo nada, pero pensó para sus adentros: «Si este Jesús fuera un profeta habría sabido qué clase de mujer es la que lo toca, porque es una pecadora».
Simón no se dio cuenta de que en tales ocasiones el Hijo de Dios actúa a la manera de Dios: con compasión, ternura y misericordia. «Leyendo sus pensamientos, Cristo le respondió antes de que Simón hablara, demostrándole que era el Profeta de los profetas: "Simón, una cosa tengo que decirte [...]. Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. No teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos lo amará más?" Respondiendo Simón, dijo: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Él le dijo: "Rectamente has juzgado"» (Hijos de Dios, Apéndice A, p. 235).
Estimado lector, ¿le ha sido perdonado mucho? ¿El Señor lo ha bendecido con el deseo de tener un corazón nuevo? ¿Se ha librado de un accidente mortal? ¿Se ha recuperado de una enfermedad? ¿Disfruta de paz interior? ¿El Señor ha enviado su Espíritu para ayudarlo a desarrollar todos sus frutos? Entonces, ¿cuánto le debe al Señor? Basado en Mateo 26: 6-13
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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