Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta, ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mateo 6:26).
Toda mujer en algún momento de su vida enfrentará situaciones de estrés que podrían desembocar en una crisis. Algunas de ellas podrían ser manejadas exitosamente tomando en cuenta su naturaleza pasajera.
En cambio, en una crisis grave no se podrá enfrentar el acontecimiento precipitante sin experimentar algún tipo de desequilibrio, ya que el sujeto por lo general se derrumba emocionalmente.
Podemos reaccionar de tres formas ante una situación de crisis:
- Enfrentándola para salir adelante, en caso de que la misma sea leve.
- Bloqueando mentalmente los efectos dolorosos, para continuar con las actividades normales; en una crisis moderada.
- Colapsando emocionalmente. Si la crisis es severa, lo recomendable es buscar ayuda profesional.
Hay momentos y circunstancias en los que la vida nos golpea muy fuerte. Ese es el caso de una muerte trágica o una enfermedad terminal o un divorcio. En esos momentos Dios te dice: «Yo estoy contigo, no te dejaré, no ir desampararé» (Jos 1:9).
Necesitamos aprender de las situaciones pasadas con el fin de vivir en el presente sin sombras, visualizando un futuro de esperanza. Algunas técnicas o alternativas que podrían ser de ayuda incluyen:
- Descansar bien, relajarse y hacer ejercicio físico.
- Establecer prioridades.
- Realizar un análisis introspectivo.
- Adoptar toda una serie de pensamientos positivos.
- Compartir con personas de confianza nuestra situación.
- Buscar ayuda profesional.
Señor, ayúdame a reconocer que hay cosas que no puedo cambiar. Dame el valor para modificar aquello que puede cambiarse y la sabiduría para distinguir entre unas y otras.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Juana F. Santiago
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