miércoles, 20 de junio de 2012

EL TIEMPO


Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (Eclesiastés 3:1).

Si miramos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de cuan agitada vive la gente. El ajetreo con que vivimos a veces no nos permite pensar, meditar o expresar afecto a nuestros seres queridos. Además, puede interrumpir nuestra comunicación con el Cielo.
Nuestro guía y amo parece ser el reloj, pues desde el momento en que nos levantamos, hasta que nos retiramos a descansar, nos mantenemos ocupadas corriendo de aquí para allá. Apenas nos detenemos con el fin de consultar y escuchar la voz de Dios. En nuestros afanes diarios tampoco nos alcanza el tiempo para leer un buen libro, para dedicar tiempo a la familia, para estudiar o para hacer el bien a los demás. El sabio Salomón nos dice en el libro de Eclesiastés que hay tiempo para todo: para plantar, edificar, curar, hablar, escuchar, dormir, trabajar y amar. Lo importante es aprender a darle un uso apropiado al tiempo que Dios ha puesto en nuestras manos y por el que un día nos pedirá cuentas. Por eso débeme utilizarlo productivamente.
En cierta ocasión escuché que cada uno de nosotros tiene una cuenta que representa al tiempo. Cada día es cuenta se abre y se le hace un abono, eliminando los saldos restantes en la noche. Si no utilizamos los depósitos diarios estos se pierden, porque el tiempo disponible no se acumula. Lo importante es saber administrarlo, no desperdiciarlo en cosas que no nos ayudan a vivir mí cerca de nuestro amado Señor. Jesús, nuestro ejemplo pasaba, las primeras horas de la mañana y las últimas de la noche orando, con el fin de conocer y hacer la voluntad de su Padre.
«Malgastar el tiempo y despreciar nuestra inteligencia resulta pecaminoso. Perdemos todo momento que nos dedicamos a nuestros intereses egoístas. Si supiéramos apreciar cada momento y dedicarlo a cosas buenas, tendríamos tiempo para hacer todo lo que necesitamos hacer para nosotros mismos o para los demás [...]. Al hacer uso del tiempo, de las fuerzas y oportunidades, mire todo cristiano a Dios y pídale que lo dirija» (EL ministerio de curación, p. 159).
Ojalá que al presentarnos delante del Señor él pueda decirnos: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor» (Mal. 25:23).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Belkis Alcántara de Acevedo 

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