El sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas (Salmo 147:3).
¿Has estado alguna vez triste, melancólica, o sin deseos de hacer nada? Cuando me siento así salgo a dar un paseo y me dedico a observar a las personas que pasan por mi lado. Algunas de ellas van corriendo, con la cabeza baja y con el rostro preocupado. En fin, parecen estar ausentes de todo aquello que las rodea, como si en el mundo únicamente existieran las cosas que les preocupan. Sus vidas pueden estar repletas de actividades y compromisos, pero en realidad están vacías.
Una vida se llena con algo más que un buen trabajo, una buena casa, o abundancia de bienes. La plenitud se obtiene cuando te das cuenta de que en este mundo no estás sola y de que hay muchas personas a tu alrededor que necesitan tanto de ti como tú de ellas. El Señor sabe que necesitamos comer, vestirnos y trabajar. La clave es no dejarnos absorber por los afanes al punto de que nos olvidemos de la fuente principal de ayuda que es Dios. Por eso Jesús nos dijo: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas» (Mat. 6:33).
¿Qué nos quiere decir el Señor con ese texto? Sencillamente que no nos dejemos llevar por los afanes y las preocupaciones hasta el punto de que no tengamos tiempo para él. Dedica a Dios tus primeros momentos del día. Preséntale tus afanes, dejándolos en sus manos; claro está, sin dejar de hacer tu parte. Verás cómo todo cambia, y podrás descansar cada noche. En tu corazón podrás decir: «Invoqué a Jehová y clamé a mi Dios, él oyó mi voz desde su templo» (Sal. 18:6).
La Palabra de Dios nos da el remedio para todo problema. «¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas» (Sant. 5:13). Ojala que en nuestros rostros se puedan observar las muestras del amor más grande que ha conocido el mundo. Que nuestra faz esté llena de alegría, de paz, de amor y que se vea en ella la paz que da Jesús cuando le entregamos el corazón.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Rosita Val
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