Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder. Proverbios 13:20.
«Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?» Quizás no hay mejor ejemplo para ilustrar este dicho popular que el que nos dan las Escrituras, cuando Amnón, el hijo mayor de David, necesitó la ayuda de su amigo Jonadab.
Cuenta el relato bíblico que Amnón se enamoró perdidamente de Tamar, su medio hermana y hermana de Absalón (ver 2 Sam. 13). El «enamoramiento» de Amnón hacia Tamar fue tal que, según las Escrituras, el joven se enfermó de angustia.
Cierto día Amnón se encontró con su amigo, el astuto Jonadab. Entonces Amnón le «abrió su corazón», a la espera de una palabra de consejo. Y eso fue exactamente lo que hizo su «buen amigo» Jonadab. Solo que su consejo no pudo ser peor: Le aconsejó que se acostara y fingiera estar enfermo para que así pudiera atraer a Tamar a la cama y abusar de ella. Amnón siguió el consejo al pie de la letra (ver vers. 6-8). Le pidió a Tamar que le preparara comida y se la llevara a su cama. Cuando, con toda candidez, Tamar accedió, entonces Amnón «la forzó y se acostó con ella» (vers. 14).
¿No se daba cuenta Jonadab de lo perverso que era su consejo? ¿No se daba cuenta de que, además de perverso, era un plan estúpido? Estamos hablando de la hija del rey y hermana de un príncipe (Absalón). No había la más mínima posibilidad de que Amnón se saliera con la suya. Y así fue. Amnón pagó su infamia con su propia sangre, pues Absalón mandó que lo asesinaran (vers. 23-29).
Por supuesto, la decisión de violar a Tamar fue de Amnón, quien por lo demás no era ningún santo; sin embargo, es de esperar que los buenos amigos nos aconsejen sabia y oportunamente en los momentos de crisis.
Lo más cruel de todo este incidente es que Jonadab no derramó ni una lagrimita por su amigo muerto, cuya ruina él mismo contribuyó a labrar con su perverso consejo. Todo lo contrario. Habló de la muerte de Amnón como una consecuencia natural de haber violado a Tamar (vers. 32). ¡Que cosas tiene la vida!
¿Cuál es la lección? Escoge muy bien a tus amigos porque, tarde o temprano, ellos serán tus consejeros. Y, con amigos como Jonadab, ¿quién necesita enemigos?
Padre mío, ayúdame a rodearme de amigos que teman y respeten tu nombre.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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