«La bella Sión ha quedado como cobertizo en un viñedo, como choza en
un melonar, como ciudad sitiada» (Isaías 1:8).
Hoy sí vamos a necesitar nuestras botas, pues vamos a caminar en
medio de un huerto de melones. El versículo habla de un melonar; pero tal vez
en realidad se trataba de lo que hoy conocemos como pepinos. Ahora, ¿por qué
hay una choza en medio del melonar? Entremos en ella y te explicaré por qué.
Aquí vamos. Sin duda se está mucho más fresco aquí adentro a la
sombra. En los tiempos bíblicos sí que había que cuidar de los melones. Había
que quitarles la maleza, había que voltearlos para que crecieran parejos, y
había que cuidarlos para que los animales y los insectos no se los comieran
antes de que los trabajadores vinieran a cosecharlos. Si nadie los cuidaba, con
toda seguridad se perderían. Alguien debía permanecer en el campo y vigilarlos
durante todo su crecimiento. ¡Qué gran cuidado había que dar a los melones!
¿Sabías que Dios cuida de ti mucho más? Él siempre lo hace. Ese es
su trabajo y le encanta. A él le encanta porque te ama. ¡Qué Dios tan
maravilloso tenemos! Un Dios que nos ama más que a los melones.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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