viernes, 14 de septiembre de 2012

SEAMOS AGRADECIDAS


El hombre que tiene amigos debe ser amistoso, y amigos hay más unidos que un hermano. (Proverbios 18:24).

A lo largo de mi vida he ido encontrando a personas que han ocupado un lugar muy especial en mi corazón, aunque el tiempo, las ocupaciones cotidianas y tantas otras cosas del diario vivir, nos han llevado por senderos diferentes. Todos ellos son personas especiales que no se parecen a ninguna otra. Aunque muchas de ellas ya no estén físicamente conmigo, vivirán en mi memoria. Mientras tanto, les estaré siempre agradecida por su amistad y por todo lo que hicieron por mí.
Sin embargo, mis hermanos y mis verdaderos amigos son los que han permanecido a mi lado con el paso del tiempo y que estarán escribiendo conmigo las páginas de mi futuro; sobre todos ellos, se encuentra mi amado Jesús. Hoy quiero agradecer en especial a Jesús, mi mejor amigo, porque en los momentos más difíciles ha estado a mi lado. Le doy gracias porque me dio la vida y me permitió conocer y tener amigos sinceros y leales. Quiero abrirle mi corazón a él y andar en sus caminos, con alabanza, gratitud y entrega.
Alabar es hacer que el mundo sepa lo que mi Dios, mi Jesús y el Espíritu Santo, han hecho y hacen por mí y por todos sus hijos a diario. Agradecer implica salir de la belleza de las palabras para entrar en la dimensión de los hechos; significa llevar la teoría a la práctica. Lo que pocas veces sabemos es que al agradecer se llenará nuestro ser de un sentimiento de paz y satisfacción. Reconoceremos que todo es hermoso si Jesús está con nosotros, incluso cuando estemos enfrentando situaciones difíciles.
La plata y el oro son refinados mediante el fuego; asimismo recuerda que las pruebas nos llegan para acrisolar nuestro carácter. Por ello, amiga, te exhorto a que, aunque estés en medio del dolor, te acuerdes de tu mejor amigo. Al contemplar la luz de un nuevo día, agradécele porque estás viva y exclama: «Voluntariamente me entregaré a ti, y alabaré tu nombre, Señor, porque eres bueno».

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por María Teresa López Montoya

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