Porque no nos ha dado Dios espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7 NRV2000
«Quien vence sus propios impulsos es el único capacitado para vencer a sus enemigos». Con estas palabras del libro The Life of Christ (La vida de Cristo), Branch Rickey preguntó a Jackie Robinson si estaba listo para ser el primer jugador de raza negra en el béisbol de las Grandes Ligas. Robinson aceptó el desafío, pero nunca imaginó que su capacidad de aguante sería probada hasta lo sumo.
En octubre de 1945, Branch Rickey anunció la contratación de Robinson, quien fue asignado para jugar inicialmente con un equipo de las ligas menores, Royals de Montreal. La primera prueba se produjo en Sanford, Florida, donde un grupo de líderes se puso de acuerdo para pedir a Robinson que abandonara el pueblo. Dos semanas más tarde, en Jacksonville, cuando los Royals llegaron al estadio, encontraron que el juego se había suspendido porque Robinson iba a jugar ese día. Días más tarde, también en Florida, un policía sacó a Robinson del estadio en pleno juego mientras los Royals enfrentaban al equipo de Indianápolis (William Benneti, The Moral Compass [La brújula moral], p. 349).
Poco tiempo después, Robinson fue transferido al equipo Dodgers, en las Grandes Ligas, pero las cosas no mejoraron. Cuando participó en su primer juego, el 15 de abril de 1947, recibió una andanada de burlas. Peor aún, cuando su equipo viajaba, a menudo se le prohibía la entrada a los hoteles. Los mesoneros se negaban a servirle. Recibió cartas con amenazas de muerte. Con frecuencia los lanzadores contrarios lo tiraban la pelota a la cabeza. Algunos jugadores incluso llegaron a escupirlo (H. Paul Jeffers, The 100 Greatest Héroes [Los cien héroes más grandes], p. 234).
¿Cómo pudo soportar tanto desprecio? Porque aprendió que no debía responder a un insulto con otro insulto, a un golpe con otro golpe. Y porque lo que estaba en juego era más que un simple partido de béisbol. Alguien tenía que enseñar a toda una nación que el valor de un ser humano no depende del color de su piel.
Sin embargo, Robinson no solo demostró su insólita capacidad de dominio propio, sino que también demostró su clase como jugador. En diez temporadas contribuyó para que los Dodgers llegaran seis veces a la Serie Mundial, y participó seis veces en el Juego de las Estrellas. De esta manera Jackie Robinson logró conquistar el respeto de sus enemigos. Pero primero tuvo que dominar sus propios impulsos.
Señor Jesús, dame hoy dominio propio para actuar por principio, no por impulso.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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