«Pero no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos» (Juan 17:20).
En uno de mis viajes en avión, junto a mí viajaba un piloto que estaba fuera de servicio. Como era de esperar, acabamos hablando de aviones. En el transcurso de la conversación me explicó que un avión de pasajeros está compuesto de aproximadamente dos millones de piezas que se mantienen en vuelo en formación cerrada. ¡Vaya una imagen tan elocuente!
Cuanto más pensaba en ello, más cuenta me daba de que, por así decirlo, la iglesia está compuesta por piezas y que, al volar hacia nuestro destino celestial, nosotros también tenemos que mantenernos en formación cerrada. Entender la importancia y el verdadero significado de la oración hará que esto sea posible.
¿Cuanta más gente, más fuerza? La respuesta es sí... y no. No, en el sentido de que en Dios se encuentran nuestra fuerza y nuestra madurez. Y sí, porque Dios manifiesta su fuerza a través de la iglesia, su cuerpo en la tierra. A pesar de nuestras diferencias, por medio de la oración nos unimos a él y unos con otros. Cuanto más nos acerquemos usted y yo a Dios en oración, tanto más nos acercaremos uno a otro.
El Señor escucha y contesta las oraciones de uno o dos: «Quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová dar la victoria, sea con muchos o con pocos» (1 Sam. 14:6). «En el corazón de Jonatán, un hombre justo, y en el de su escudero, puso el impulso de lanzarse sobre la guarnición de los filisteos. Jonatán creía que Dios podía ayudarlos y salvarlos, ya fueran muchos o fueran pocos. La presunción no lo empujó a correr. Pidió consejo a Dios y luego, con corazón valeroso y confiando solo en él, avanzó. Por medio de aquellos dos hombres el Señor cumplió su obra de sometimiento de los filisteos. Envió a sus ángeles para que protegieran a Jonatán y a su escudero de los instrumentos de muerte que sostenían las manos de sus enemigos» (Spirit of Prophecy, tomo 1, p. 358).
Asimismo, el señor escucha y responde las oraciones de muchos. «Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios porél» (Hech. 12:5).
Dios responde a las oraciones de muchos como a las de pocos, incluso a las de uno. Basado en Lucas 18:1-8
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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