sábado, 20 de octubre de 2012

UN TESORO A TU ALCANCE


Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. Salmo 119:18, NVI

Se cuenta la historia de un príncipe que, deseoso de expresar a su amada lo mucho que la quería, le envió un regalo con una apariencia nada atractiva: un adorno de hierro con forma de huevo de gallina, sostenido con un resorte que le servía de base. Cuando la joven lo vio, se disgustó tanto que lo puso a un lado.
Después de un tiempo, la joven princesa pensó que por lo menos debía revisar el regalo. Por pura curiosidad presionó el resorte. Para su sorpresa, el huevo se abrió y ella pudo ver que dentro había un huevito de bronce también con su resorte. Lo presionó y, al igual que el anterior, se abrió dejando al descubierto un huevito aún más pequeño, pero esta vez de oro. Todavía más intrigada, presione el resorte. Cuando el huevito de oro se abrió, un precioso diamante quedó expuesto ante su sorprendida mirada. El autor del relato compara la experiencia de la princesa con la de aquellos que tienen a su alcance la Biblia, pero prefieren ponerla a un lado sencillamente porque ignoran las preciosas joyas que contiene (Fern Blair Doss, Sigas of the Times [Señales de los tiempos], mayo de 2008, p. 64).
¿Será que te está ocurriendo lo mismo que a la princesa de la historia? Supongo que tienes una Biblia pero, ¿la estás leyendo? ¿Estás dedicando tiempo cada día para explorar sus preciosos tesoros? Si «cavas» hondo en esa rica mina que es la Palabra de Dios, seguramente encontrarás tesoros incalculables, como lo expresa el siguiente versículo:
«Los preceptos del Señor son justos, porque traen alegría al corazón. El mandamiento del Señor es puro y llena los ojos de luz. El temor del Señor es limpio y permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, todos ellos son justos, ¡son de más valor que el oro fino!» (Sal. 19:8-10).
¿En qué consiste el poder de la Palabra de Dios? Trae alegría al corazón y llena los ojos de luz. Con razón dice el Salmista que sus consejos «¡son de más valor que el oro fino!»
¿Qué tal si, comenzando hoy, te propones jugar a «la búsqueda del tesoro» ? Lee tu Biblia cada día, graba en tu corazón sus preciosas promesas y serás dueño de riquezas que nadie te podrá arrebatar.

Me propongo Señor, cada día, buscar los tesoros escondidos en tu palabra.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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