Gracia y faz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 2 Pedro 1:2.
No hemos de confiar en nuestra fe, sino en las promesas de Dios. Cuando nos arrepentimos de nuestras pasadas transgresiones de su ley, y decidimos rendirle obediencia en el futuro, debemos creer que Dios nos acepta y perdona nuestros pecados por causa de Cristo.
A veces llegan al alma las tinieblas y el desánimo y amenazan con abrumarnos, pero no debiéramos descartar nuestra confianza. Debemos mantener la mirada fija en Jesús, sintamos o no sintamos. Debemos tratar de cumplir fielmente cada deber conocido, y entonces descansar calmadamente en las promesas de Dios...
Quizá no sintamos hoy la paz y el gozo que sentíamos ayer, pero por fe debemos aferramos de la mano de Cristo, y confiar en él tan plenamente en la oscuridad como en la luz.
Satanás puede susurrar: "Tú eres un pecador demasiado grande para que Cristo te salve". Si bien debemos reconocer que somos en verdad pecaminosos e indignos, debemos afrontar al tentador exclamando: "En virtud de la expiación, me aferró de Cristo como mi Salvador"...
Si tan solo permitiésemos que nuestras mentes se concentraran más sobre Cristo y el mundo celestial, obtendríamos un poderoso estímulo y apoyo en nuestra lucha por ganar las batallas del Señor... Cuando se le ha permitido a la mente ocuparse únicamente de cosas terrenales, la tarea de cambiar los hábitos de pensamiento resulta muy difícil. Las cosas que los ojos ven y los oídos oyen, demasiado a menudo atraen la atención y absorben el interés. Pero si hemos de entrar en la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos aquí a mirarlo con los ojos de la fe...
La santificación es una obra progresiva. Las palabras de Pedro nos presentan los pasos sucesivos: "Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor" (2 Ped. 1:5-7)... Este es un proceder mediante el cual podemos estar seguros de no caer jamás. Quienes están así obrando de acuerdo con el plan de adición en la obtención de las gracias cristianas, tienen la seguridad de que Dios obrará según el plan de multiplicación al otorgarles "los dones de su Espíritu".— Review and Herald, 15 de noviembre de 1887.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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