Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y para siempre. Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor. [...] A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Salmo 113:2-3,9.
Me atrevo a decir que la celebración del Día de la Madre es una festividad prácticamente mundial. Tal vez tenga diferentes fechas en los calendarios de los distintos países del mundo, pero todos estos días tienen el mismo propósito, que es reconocer la loable labor de una madre y darle gracias por su amor incondicional.
La maternidad es, sin lugar a dudas, una dádiva de Dios. Las madres experimentan una de las dichas más intensas que puedan existir, y lo digo con conocimiento de causa, pues yo misma he tenido el privilegio de ser madre dos veces. Cuando un hijo o una hija está en nuestras entrañas, comienza un idilio de amor entre la madre y la criatura que no tiene fin. Acunar un pedacito de tu corazón en los brazos es la más sublime de las experiencias de la vida.
Puede ser que hoy lea estas palabras una mujer que nunca ha experimentado esta alegría, y estas frases que he escrito podrían sonarle ajenas o un tanto crueles. A lo mejor una mujer y un hombre unidos en matrimonio han preparado el nido, llenos de amor y de ilusiones, y el hijo deseado no llega. Una matriz cerrada impide que la danza del amor dé frutos, y entonces hunde a la pareja en una desolación que puede llevarlos a perder la confianza en Dios y en su poder.
Amiga, Dios nos hizo con propósitos santos y buenos, y eso por supuesto que te incluye a ti. No permitas que una matriz cerrada cierre también la puerta de tu corazón. ¡Ábrelo al amor, a la vida! Si deseas un hijo, pídelo a Señor. Él decidirá si te lo envía por medio de tu útero, o por el corazón. Y cuando el hijo o la hija que tanto deseas llegue, ábrele los brazos, abrázalo con fuerza cerca de tu pecho, regálale melodías de amor en el oído y dile con la mirada todo lo bello que significa para ti.
Hoy, cuando en algunos países del mundo se celebra el Día de la Madre, siéntete parte de la celebración. Y mientras el hijo deseado no llega, ¡ama! Son tantos los niños desamparados y abandonados que anhelan ser acurrucados en los brazos de una mujer como tú... Por favor, ¡no pierdas la oportunidad! Sé una colaboradora de Dios en el gran ministerio del amor.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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