miércoles, 12 de junio de 2013

EL PODER DE UN VASO DE AGUA

Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa (Mateo 9:41).

Es una gran recompensa por algo, al parecer, de muy poco valor. Dios es quien da ese valor a un vaso de agua. Pero, en cierta medida, el agua es algo sumamente poderoso y, aunque parezca increíble, ese poder es desconocido. El agua es, quizá, la sustancia más importante de la tierra. El papel que desempeñó durante los dos primeros días de la creación fue vital. Todos sabemos que sin agua no seríamos nada.
El 65% por ciento de nuestro cuerpo es agua. El 78% del cuerpo de una rana es agua. El 95% del cuerpo de una medusa es agua. Dependemos del agua para la regulación de la temperatura que sostiene la vida del planeta. El agua de los océanos absorbe una enorme cantidad de la energía solar que llega a la tierra. Si los océanos y los lagos del mundo no absorbieran mucha de la energía solar, por el día nos coceríamos con temperaturas de 148° C y por la noche nos congelaríamos. El agua es esencial para la vida.
Pensamos que sabemos mucho del agua, pero es mucho más lo que ignoramos de ella. Por ejemplo, ¿por qué las moléculas de agua se comportan de la forma en que lo hacen en situaciones diferentes? La mayoría de las sustancias se encogen cuando se enfrían, pero no ocurre lo mismo con el agua: se encoge hasta poco antes de congelarse y luego se dilata. La dilatación del agua congelada tiene poderes increíbles. Por ejemplo, si tomas una bola hueca de hierro cuyas paredes sean de poco más de medio centímetro de grueso, la llenas con agua y la congelas rápidamente en nitrógeno líquido, el globo explotará como una bomba y los trozos de metralla saldrán disparados con una fuerza tal que penetrarán profundamente en una gruesa plancha de acero.
Jesús usó el agua como ejemplo de su capacidad para dar y sostener la vida. Por supuesto, nuestro texto de hoy es una poderosa ilustración: un vaso de agua vale mucho. El que da un vaso de agua a un necesitado tendrá una recompensa eterna. ¿Por qué no iniciamos el día con el deseo de ser como Jesús, de dar y sostener la vida a las personas que nos rodean?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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