Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Génesis 17:19.
Dios les prometió un hijo a Abraham y a Sara. Por muchos años, esta promesa fue la esperanza de sus vidas. iAlgún día tendrían un hijo varón que, de hecho, sería el antepasado de Jesús!
Pero el tiempo pasaba y todavía no había bebé. Entonces, Abraham tuvo una idea. Quizá, la promesa se cumpliría adoptando a Eliezer, su siervo de confianza, como su hijo. Pero ila respuesta de Dios a esa sugerencia fue un categórico “No”!
Más años pasaron. El hijo prometido todavía no había llegado. Cuando la mayoría de las personas de su edad ya eran abuelos, Abraham y Sara todavía estaban anhelando convertirse en padres. ¿Qué hacer? Entonces, un día Sara tuvo una idea. La mejor manera de salir del problema era que Abraham se casara con su criada egipcia, Agar. Las oportunidades de tener un hijo serían mucho mayores de esta manera. Parecía lógico, pero Dios nunca tuvo la intención de que un hombre tuviera dos esposas. El había prometido que Sara tendría su propio niño. Abraham se casó con Agar y tuvieron un hijo, llamado Ismael. Sin embargo, este no era el hijo prometido.
Cuando Abraham tenía 99 años, Dios le dijo otra vez que Sara tendría un hijo. Abraham se postró ante el Señor, y Sara se rio disimuladamente.
Ismael estaba creciendo hasta llegar a ser un hombre joven, y era de la misma carne y sangre que Abraham. ¿No podía el Señor aceptar a este niño como el prometido? “Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti” (Génesis 17:18).
Y luego Dios respondió a Abraham con las palabras de nuestro versículo de hoy. El Señor hasta le puso nombre al bebé antes de que naciera.
Al año siguiente, cuando Abraham tenía cien años y Sara tenía noventa, la promesa finalmente se cumplió. Sara dio a luz a Isaac. Y, ¡oh, qué regocijo! ¡Qué momento absolutamente feliz fue ese! Para Sara, fue puro gozo. “Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (Génesis 21:6).
Qué apropiado fue Dios al llamar al pequeño Isaac “el que ríe”.
Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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