“Búsquenme y vivirán” (Amós 5:4, NVI).
Blaise Pascal ha sido uno de los genios más brillantes de la historia humana. Yo lo recuerdo bien por todos los problemas que me causó en mi segundo año de secundaria con su famoso “Teorema de Pascal”, y luego en mi cuarto año con su “Principio de Pascal”. Aunque reconozco que para mucha gente el “Teorema” y el “Principio” son vitales, no dudo de que para la gran mayoría de nosotros lo que más nos ha impactado de Pascal es que haya inventado La Pascalina, la primera calculadora y precursora de las computadoras actuales. Ese aparato, que data de 1642, era capaz de sumar, restar, dividir y multiplicar.
¿Sabes qué edad tenía Pascal cuando creó esa calculadora? Diecinueve años. Como podrás ver, desde muy joven tuvo la disciplina de empeñarse a fondo en su carrera profesional.
A sus treinta años Pascal era considerado una autoridad en ciencias y matemáticas. Su éxito y su fama se extendían por todas partes, pero nada llenaba el vacío exis- tencial que atormentaba al célebre científico. Por suerte, su vida tomó un rumbo distinto desde aquel 23 de noviembre de 1654. Tras haber escuchado un poderoso sermón, Pascal comprendió que ese abismo infinito que inquietaba su alma nada más “puede ser lleno por Uno que es infinito e inmutable. En otras palabras solo puede ser lleno por Dios” (Blaise Pascal, Una mente encendida, p. 97).
¿Cómo es posible que un científico como Pascal admitiera que el éxito y la fama no llenaban el abismo infinito que había en su interior? Creo que a ti y a mí nos vendría bien aprender de la experiencia de este famoso matemático. No está de más recordarte que el más encumbrado logro terrenal es incapaz de llenar ese vacío que solo puede ser saciado con la presencia divina. Pero, como dijo Pascal, “unos buscan su bien en la autoridad, otros en la erudición y el conocimiento, otros en el placer”. ¿Dónde lo buscas tú?
¿Con qué quieres llenar tu vida? Si has estado procurando llenar tu vacío con cosas terrenales, es oportuno que recuerdes estas palabras de Pascal: “Solo Dios es el verdadero bien del hombre” (ibíd.). “Solo Dios”; no necesitamos nada más para tener una vida plena.
Por: J. Vladimir Polanco Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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