viernes, 29 de enero de 2016

NO HAY DIOS MÁS HUMILDE -1

“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Juan 15:26. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber”. Juan 16:14

¿Has oído hablar alguna vez del “narcisismo situacional adquirido”? Lo de “narcisismo” lo reconoces como la excesiva fascinación o el interés en el yo o en el amor de uno mismo. “Adquirido” y “situacional” describen, por ejemplo, cómo las personas pueden adquirir este intenso acaparamiento del centro de interés por uno mismo cuando asumen una posición de mayor poder o influencia, llevando a algunos a la conclusión de que los presidentes son particularmente susceptibles al narcisismo situacional adquirido. Quizá todos podamos pensar en personas infectadas con un sentido exagerado del poder y la prominencia.
¿Es Dios una de ellas? Me sentí intrigado con cierto estudio que hizo un compañero de clase, Fred Bischoff, relativo al paradigma del liderazgo de la Trinidad y sobre la humildad de estos tres Dirigentes Supremos: el Padre, que dirige el universo sirviendo humildemente a todas sus criaturas y a toda su creación; el Hijo, que da ejemplo sometiéndose humildemente al liderazgo del Padre; y el Espíritu, que da ejemplo permaneciendo invisible mientras ayuda en la consecución de los objetivos tanto del Padre como del Hijo.
Y cuando te pones a reflexionar sobre el Espíritu, ¿no te sorprende que todo lo que él es y todo lo que hace tenga lugar sin que el universo jamás sea testigo de su persona? En el mundo que ocupamos, dominado por los medios de comunicación, en el que la vanidad de la apariencia y la atracción física han sido locamente elevadas a valor supremo, ¿no resulta alentador contar con un Amigo que está perfectamente satisfecho de permanecer del todo invisible y, habitualmente, de pasar desapercibido? ¿Puedes mencionar un dios más humilde que él?
De hecho, Jesús declaró en la víspera de la charla sobre su muerte (nuestro texto de hoy) que, cuando el Espíritu Santo viene a nosotros, lo hace con una única preocupación: “Él me glorificará” y “dará testimonio acerca de mí’. Sin duda, el Espíritu Santo es el ser más Cristo céntrico del universo, ¡al sublimarse por entero en aras de revelar y glorificar a Jesús ante todos! No hay dios más humilde.
Y eso, dicho sea de paso, significa que siempre que oras para ser lleno del Espíritu, pides, de hecho, poder ser colmado plenamente de Jesús. Porque, doquier vaya el Espíritu y llene el Espíritu a quien llene, la impresión pública dominante siempre es Jesús. “Y reconocieron que habían estado con Jesús” (Hech. 4:13, NVI).

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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