“En todo esto salimos más que vencedores” (Romanos 8:37).
“Si los Halcones Marinos de Seatle derrotan a los Broncos de Denver en el Super Bowl -anunció Jim Mclngvale, el dueño de una tienda de muebles de Texas-, les devolveré lo que hayan gastado en sus compras; pero hay una condición: la compra debe exceder los seis mil dólares”. ¿Quién se atrevería a cometer la locura de apostar en contra de los Broncos? En 2014 el noventa por ciento de los estadounidenses apoyaba al equipo de Denver. Yo mismo, inducido por un amigo y por mi admiración hacia la carrera de Peyton Manning, me fui del lado de los Broncos. Después de todo, consideraba casi imposible que el noventa por ciento de los norteamericanos estuviera equivocado.
Es bueno saber que en todas partes hay gente de temple, que está dispuesta a nadar contra la corriente y tomar una ruta distinta a la de la mayoría. Mil clientes aceptaron el desafío de Mclngvale y cada uno de ellos gastó seis mil dólares en muebles. Supongo que conoces el resto de la historia. Los Broncos fueron derrotados 43-8. Me pasé toda la noche con la “cara larga” al ver la humillación a la que Seatle sometió a Denver. Pero mi experiencia no es nada parecida a la Mclngvale, que tuvo que pagar casi siete millones de dólares por haber apoyado al equipo equivocado.
Como en el Super Bowl, en la vida espiritual solo compiten dos equipos: el de Cristo y el de Satanás. ¿Qué equipo parece tener más seguidores? Creo que la respuesta es obvia -el de Satanás- ¿verdad? Este equipo es incontable como la arena del mar (Apocalipsis 20:8).
Pero ojo con esto: Las Escrituras dicen que el pueblo de Dios es “tan numeroso como las estrellas del cielo” (Deuteronomio 28:62). ¿Puedes contar las estrellas? No creas que si te unes al equipo de Jesús, quedarás del lado que tiene menos seguidores. Cuando Juan vio a los salvados los describió como una multitud que “nadie podía contar” (Apocalipsis 7:9). Sí, Dios tiene millones de jóvenes y señoritas que han apostado al equipo ganador: el de Jesús. Sin importar lo que diga el mundo, la realidad es que en Cristo somos “más que vencedores”. En nuestro caso, queremos que vaya todo al ganador, que vaya todo por Cristo.
Por: J. Vladimir Polanco Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
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