“Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque sus pecados han sido perdonados por et nombre de Cristo” (1 Juan 2:12, NVI).
Ernest Hemingway, el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1954, escribió en su cuento La capital del mundo, lo siguiente:
“Hay en Madrid infinidad de muchachos llamados Paco, diminutivo de Francisco. A propósito, un chiste de sabor madrileño dice que cierto padre fue a la capital y publicó el siguiente anuncio en las columnas personales de El Liberal: ‘Paco, ven a verme al Hotel Montaña el martes a mediodía, estás perdonado, papá’; después de lo cual fue menester llamar a un escuadrón de la Guardia Civil para dispersar a los ochocientos jóvenes que se habían creído aludidos”.
Parece que hay mucha gente que necesita escuchar la frase: “Estás perdonado”. Sabiendo esa necesidad, Jesús colgó un letrero escrito con su propia sangre que dice: “Vuelve a casa. Estás perdonado”. No hay razón para seguir huyendo de Dios, tus pecados han sido borrados. Las palabras que Jesús dirigió al paralítico también son para ti: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2, RV95). ¡No te desanimes! Ya no tienes que vivir recordando tus caídas, ya no tienes que seguir siendo atormentado por ese complejo de culpa que te mantiene en constante agonía.
En El camino a Cristo, uno de los clásicos de la literatura cristiana, Elena de Whi- te escribió: “Tú también eres pecador. No puedes expiar tus pecados pasados, no puedes cambiar tu corazón y hacerte santo. Mas Dios promete hacer todo esto por ti mediante Cristo. Has creído en esa promesa. Has confesado tus pecados y te has entregado a Dios. Quieres servirle. Tan ciertamente como hiciste todo esto, Dios cumplirá su palabra contigo. Si crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado, Dios lo da por hecho” (cap. 6, pp. 77, 78).
¿No te parece maravillosa esa declaración?
Ahora, a todos los que hemos aceptado ese perdón, Dios nos pide: “Hablen con ternura a Jerusalén y díganle que se acabaron sus días tristes y que sus pecados están perdonados” (Isaías 40:2, NTV). Es nuestro deber decir a los demás que ya Dios los perdonó, que para ellos también hay lugar en la casa del Padre. ¿Crees que durante este día por lo menos ochocientas personas acudirán a Dios al saber que ya están perdonadas?
Tomado de Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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