En Lucas
15:11-32, Jesús narró la parábola del hijo pródigo para impartir grandes
enseñanzas sobre la salvación de los seres humanos. En esta historia destaca la
desafortunada actitud del hermano mayor cuando el hijo pródigo regresa a casa.
En vez de mostrar gozo porque su hermano ha vuelto, se molesta y manifiesta una
enorme amargura. Además, es insensible al sufrimiento de su padre por el hijo
que estaba perdido y se resiste a participar de su alegría. Por si fuera poco,
guarda un enorme resentimiento hacia su padre porque le parece que su vida ha
sido una rutina de servicio no recompensado: “Tú nunca me has dado siquiera un
cabrito para disfrutar con mis amigos” (vers. 29). Él se considera
irreprochable y justo, aunque su corazón esté lleno de envidia, especialmente
hacia su hermano, quien “sí ha gozado del mundo”, mientras que él ha tenido que
“reprimirse” todo el tiempo. Más bien, esperaba que, si su hermano aparecía de
nuevo, su padre le diera un castigo ejemplar para que a nadie se le ocurriera
seguir su ejemplo. Por lo tanto, se siente agraviado por causa de la
misericordia mostrada con quien se había perdido. ¡Incluso le molesta la música
y el festejo en honor de su hermano! ¿Por qué tiene que haber gente feliz?
El fantasma de la
amargura, la insatisfacción y la infelicidad ronda a muchos creyentes que, a su
juicio, “nunca se han portado mal”. A veces suponen que su “conducta
irreprochable” los hace merecedores de un bono extra en el reino de los cielos.
Tristemente, a pesar de estar en la iglesia no son felices ni disfrutan de las
bendiciones del evangelio. A personas así nada las tiene contentas: ni su
trabajo, ni su familia, ni su iglesia. De manera preocupante, exhiben cierta
indignación cuando alguien muestra misericordia hacia los pecadores. “La
justificación propia no solamente induce a los hombres a tener un falso
concepto de Dios, sino que también los hace fríos de corazón y criticones para con
sus hermanos” (Palabras de vida del gran Maestro, p. 165).
Es muy importante
estar en la iglesia, pero no es menos importante el cómo estamos en ella. Una
mala actitud puede neutralizar el poder del evangelio de modo que, aun teniendo
la posibilidad de vivir en la presencia del Padre celestial, seamos presas de
la amargura.
Pide hoy al Señor
que te ayude a mejorar tus actitudes y aprender a disfrutar los espacios de
felicidad que Dios te da.
DEVOCIÓN MATUTINA
PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN
DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020
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