«Celebrarán la fiesta de las Semanas en honor del Señor y presentarán sus ofrendas voluntarias según los bienes con que el Señor su Dios los haya bendecido» (Deut 16: 10).
Algunas personas encarnan en su vida no solo la letra de la ley, sino el espíritu. Tal vez no saben de teología, pero con gestos sencillos nos muestran en qué consiste la verdadera religión. Pude ver a una mujer de este tipo cuando tenía yo apenas siete años. Ella nos había invitado mí mamá y a mí a comer a su casa. Era una madre sola, pues su esposo la había abandonado; tenía tres hijos y era sumamente pobre. Pero, a pesar de su pobreza, nos ofreció lo mejor que tenía y más; un auténtico banquete: verduras cocidas con amor y salteadas con mantequilla, arroz con frijoles y guineo, un delicioso postre. ¿De dónde había sacado todo aquello? No lo sabíamos. Evidentemente, no era proporcional a su economía; era muy superior. Aquel día nos dimos un manjar de generosidad, agradecimiento con la vida y altruismo. un aspecto de la religión llevado a la práctica.
Esta experiencia me conecta con el pasaje de la Biblia referente a la Fiesta de las Semanas, también conocida como Fiesta de la Siega, Día de las Primicias o Pentecostés. En esa fiesta se celebraba la cosecha de los primeros frutos anuales de la tierra, que se segaban en primavera. Como parte de la celebración de esa fiesta, Dios había ordenado que, de una manera solemne, cada israelita debía presentar voluntariamente una ofrenda al Señor en agradecimiento por las primicias. Esa ofrenda debía ser proporcional a «los bienes con que el Señor su Dios los haya bendecido» (Deut. 16: 10). Esa era la letra de la ley: poner en práctica el agradecimiento a Dios devolviéndole voluntariamente una parte proporcional de aquello que él le había dado como bendición.
Seguro hubo gente que cumplía ese encargo al pie de la letra, pero estoy convencida de que también había quien iba mucho más allá y se olvidaba de la proporción para dar de todo corazón. Gente como la mujer del relato de hoy, que no se basaba en su situación económica para medir cuánto dar y retener, sino que de la abundancia de su amor daba sin pensar en cuánto le quedaría. Eso fue lo que dio Cristo por ti: todo, sin escatimar, hasta su propia vida. Aprendamos a dar sin pensar en proporciones.
«Celebrarán la fiesta de las Semanas en honor del Señor y presentarán sus ofrendas voluntarias según los bienes con que el Señor su Dios los haya bendecido» (Deut 16: 10).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.
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