Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino (Mateo 2: 12).
Los sabios del oriente deben de haber sido personas a quienes Dios guió al conocimiento de su Palabra mediante el encuentro con algún creyente. Dios tiene maneras asombrosas de proceder. Notemos: «Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras. Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de aquel que sería no solo la "consolación de Israel", sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra"» (Conflicto de los siglos, p. 361). ¿De dónde venían estos personajes? Algunas tradiciones cristianas los vinculan con Persia o Partía. Es por ello que el arte cristiano los presenta a veces vestidos como los persas. Otros creen que venían de Babilonia, y los asocian con la profecía de Balaam en el libro de Números. Hasta hay quienes creían que Tomás los bautizó, y llegaron a ser obispos que esparcieron el evangelio por su tierra. Marco Polo, en su libro sobre sus viajes, dice haber visto las tumbas de los sabios en la ciudad de Sabá, Persia, y que sus cuerpos estaban todavía intactos. También se dice que la reina Helena, madre de Constantino el Grande, llevó los restos de ellos a la Catedral Hagia Sofía, en Constantinopla, la actual Estambul, en Turquía. Como muchas otras leyendas cristianas, las de los sabios del oriente están llenas de fantasía.
Aunque la tradición cristiana posterior les puso muchos nombres, en realidad no sabemos quiénes fueron ni de dónde vinieron exactamente; tampoco sabemos de qué modo arribaron a su comprensión del nacimiento del Mesías. Pero una cosa es cierta: Dios no deja a oscuras a ningún sincero buscador de la verdad. A estos sabios no solo los guió a través de la aparición de una estrella milagrosa, sino que les dio sueños reveladores para que regresaran con seguridad a su tierra. Ellos llegaron a ser un ejemplo de los miles de individuos que Jesús dijo que vendrían del oriente y occidente, y que se reunirían con Abraham en el reino de Dios (Mat. 8: 11).
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.
Los sabios del oriente deben de haber sido personas a quienes Dios guió al conocimiento de su Palabra mediante el encuentro con algún creyente. Dios tiene maneras asombrosas de proceder. Notemos: «Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras. Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de aquel que sería no solo la "consolación de Israel", sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra"» (Conflicto de los siglos, p. 361). ¿De dónde venían estos personajes? Algunas tradiciones cristianas los vinculan con Persia o Partía. Es por ello que el arte cristiano los presenta a veces vestidos como los persas. Otros creen que venían de Babilonia, y los asocian con la profecía de Balaam en el libro de Números. Hasta hay quienes creían que Tomás los bautizó, y llegaron a ser obispos que esparcieron el evangelio por su tierra. Marco Polo, en su libro sobre sus viajes, dice haber visto las tumbas de los sabios en la ciudad de Sabá, Persia, y que sus cuerpos estaban todavía intactos. También se dice que la reina Helena, madre de Constantino el Grande, llevó los restos de ellos a la Catedral Hagia Sofía, en Constantinopla, la actual Estambul, en Turquía. Como muchas otras leyendas cristianas, las de los sabios del oriente están llenas de fantasía.
Aunque la tradición cristiana posterior les puso muchos nombres, en realidad no sabemos quiénes fueron ni de dónde vinieron exactamente; tampoco sabemos de qué modo arribaron a su comprensión del nacimiento del Mesías. Pero una cosa es cierta: Dios no deja a oscuras a ningún sincero buscador de la verdad. A estos sabios no solo los guió a través de la aparición de una estrella milagrosa, sino que les dio sueños reveladores para que regresaran con seguridad a su tierra. Ellos llegaron a ser un ejemplo de los miles de individuos que Jesús dijo que vendrían del oriente y occidente, y que se reunirían con Abraham en el reino de Dios (Mat. 8: 11).
Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.
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