Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.
Colosenses 3:20.
¿Te resulta fácil obedecer los consejos que te dan tus padres? ¿Reconoces detrás de ellos el amor y la experiencia de vida que contienen? La naturaleza humana y pecadora que poseemos nos lleva a ser independientes y a vivir de un modo egoísta; y esto favorece la desobediencia a cuantos intentan darnos algún tipo de mandato o consejo, aunque sea para nuestro bien. Por lo general creemos saber qué es lo mejor para nosotros, y en algunos casos preferimos sufrir una experiencia negativa antes que obedecer, aunque luego nos lamentemos.
Cuando tenía entre 22 y 23 años de edad me ofrecí para trabajar como enfer¬mero voluntario. Sentía la necesidad de servir a Dios ayudando a otras personas, y los sábados de tarde me dieron la oportunidad de hacerlo en un gran hospital. Me destinaron a la sala de Traumatología, que es el lugar a donde llegan todos los accidentados, y como no sabía absolutamente nada de enfermería, mi trabajo consistía en conversar y darle ánimo a los pacientes allí internados.
Un sábado visité a Ramón, un joven de unos veinte años de edad que tenía un brazo quebrado. Hacía pocas horas que había tenido un accidente con su camioneta, y había recibido la triste noticia que su amigo había muerto. Se sentía sumamente culpable e ignoraba la gravedad de la salud de su padre, quién también lo había acompañando en su viaje. Cuando intenté seguir con otros pacientes, me rogó que no me fuera, que no lo dejara solo al enfrentarse a su madre. Lo consolé y le aseguré que su madre lo comprendería. Pero minutos más tarde ella entró a su habitación y con gritos desesperados lo increpó:
“¡Que hiciste, Ramón! ¡Qué hiciste! ¿Cuántas veces te dije que no condujeras como un loco?" Intenté calmarla, pero todo su enojo, impotencia y desdicha eran dirigidas al hijo accidentado. Cuando salí de su habitación, una enfermera me avisó que hacía algunos minutos el padre también había fallecido.
Con toda sabiduría, el apóstol Pablo exhortó a los hijos a obedecer a sus padres, y a través de las Escrituras también nos amonesta a nosotros, porque un padre que ama a sus hijos solo le dará consejos para su bien y su felicidad, Por eso, si tienes la seguridad que tus padres te aman y ellos viven bajo la luz de Cristo, no dudes en hacer lo que te enseñan. La obediencia es un gran regalo que nuestro Dios nos anima a aprovechar cada día. Procura hoy honrar a sus padres obedeciéndolos "en todo".
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Colosenses 3:20.
¿Te resulta fácil obedecer los consejos que te dan tus padres? ¿Reconoces detrás de ellos el amor y la experiencia de vida que contienen? La naturaleza humana y pecadora que poseemos nos lleva a ser independientes y a vivir de un modo egoísta; y esto favorece la desobediencia a cuantos intentan darnos algún tipo de mandato o consejo, aunque sea para nuestro bien. Por lo general creemos saber qué es lo mejor para nosotros, y en algunos casos preferimos sufrir una experiencia negativa antes que obedecer, aunque luego nos lamentemos.
Cuando tenía entre 22 y 23 años de edad me ofrecí para trabajar como enfer¬mero voluntario. Sentía la necesidad de servir a Dios ayudando a otras personas, y los sábados de tarde me dieron la oportunidad de hacerlo en un gran hospital. Me destinaron a la sala de Traumatología, que es el lugar a donde llegan todos los accidentados, y como no sabía absolutamente nada de enfermería, mi trabajo consistía en conversar y darle ánimo a los pacientes allí internados.
Un sábado visité a Ramón, un joven de unos veinte años de edad que tenía un brazo quebrado. Hacía pocas horas que había tenido un accidente con su camioneta, y había recibido la triste noticia que su amigo había muerto. Se sentía sumamente culpable e ignoraba la gravedad de la salud de su padre, quién también lo había acompañando en su viaje. Cuando intenté seguir con otros pacientes, me rogó que no me fuera, que no lo dejara solo al enfrentarse a su madre. Lo consolé y le aseguré que su madre lo comprendería. Pero minutos más tarde ella entró a su habitación y con gritos desesperados lo increpó:
“¡Que hiciste, Ramón! ¡Qué hiciste! ¿Cuántas veces te dije que no condujeras como un loco?" Intenté calmarla, pero todo su enojo, impotencia y desdicha eran dirigidas al hijo accidentado. Cuando salí de su habitación, una enfermera me avisó que hacía algunos minutos el padre también había fallecido.
Con toda sabiduría, el apóstol Pablo exhortó a los hijos a obedecer a sus padres, y a través de las Escrituras también nos amonesta a nosotros, porque un padre que ama a sus hijos solo le dará consejos para su bien y su felicidad, Por eso, si tienes la seguridad que tus padres te aman y ellos viven bajo la luz de Cristo, no dudes en hacer lo que te enseñan. La obediencia es un gran regalo que nuestro Dios nos anima a aprovechar cada día. Procura hoy honrar a sus padres obedeciéndolos "en todo".
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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Por David Brizuela
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