"Entonces Jesús, mirándolo, lo amo y le dijo: "una cosa te falta"(Marcos 10:21).
Se dice que la vista es un elemento indispensable de la comunicación. Todos los seres humanos experimentamos diversas clases de miradas. A veces recibimos una mirada franca, sincera y limpia, que es el mejor testimonio de veracidad de las palabras que la acompañan. Pero frecuentemente escuchamos la frase «hay miradas que matan», y ciertamente es así. Una mirada puede trasmitir serenidad, pero también puede desatar un mar de tempestades capaz de hundir cualquier embarcación. ¿Te sientes amenazada por miradas agresivas? ¿Te sientes abandonada, criticada, degradada y avergonzada cuando ciertas personas te miran? Ve a Jesús.
Por otra parte, tú no solamente recibes miradas, sino que también «ofreces» miradas, tienes tus propias formas de mirar a los demás, que ellos a su vez perciben inmediatamente. ¿Qué clase de miradas emites a los que te rodean? ¿Has enviado dardos envenenados con tus ojos a alguna persona? A veces la ira, el odio, o nuestros defectos de carácter convierten nuestra mirada en un huracán fuera de control. ¡Cuánto daño hacemos en esas ocasiones!
¿Has sentido alguna vez la mirada de Jesús? Cuando Jesús nos mira, todo nuestro ser queda al descubierto, incluso los secretos más íntimos. Pero su mirada, tan cargada de amor, hace que tu corazón se subyugue y exclame: «¡Señor, quiero ser limpio!». Y es que la mirada de Jesús tiene un toque especial, que no se encuentra en ninguna otra mirada. Es triste (no tolera el pecado) pero a la vez es bondadosa (ama al pecador).
Jesús nos mira hoy para decirnos: «Una cosa te falta». Debes reflejar ese amor que yo te muestro en mi mirada. No importa cuáles sean tus circunstancias, el amor debe ser el motor impulsor de tu vida».
Conversa hoy con tu Dios, ese Dios que te mira con ternura, y suplícale que transforme tu vida de tal forma que solo produzca amor. Entonces tus palabras, acciones, gestos y miradas serán un bálsamo para los que te rodean. Nadie saldrá lastimado con tu presencia porque reflejarás la presencia de Cristo.
El amor es la luz que ilumina tu mirada.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Se dice que la vista es un elemento indispensable de la comunicación. Todos los seres humanos experimentamos diversas clases de miradas. A veces recibimos una mirada franca, sincera y limpia, que es el mejor testimonio de veracidad de las palabras que la acompañan. Pero frecuentemente escuchamos la frase «hay miradas que matan», y ciertamente es así. Una mirada puede trasmitir serenidad, pero también puede desatar un mar de tempestades capaz de hundir cualquier embarcación. ¿Te sientes amenazada por miradas agresivas? ¿Te sientes abandonada, criticada, degradada y avergonzada cuando ciertas personas te miran? Ve a Jesús.
Por otra parte, tú no solamente recibes miradas, sino que también «ofreces» miradas, tienes tus propias formas de mirar a los demás, que ellos a su vez perciben inmediatamente. ¿Qué clase de miradas emites a los que te rodean? ¿Has enviado dardos envenenados con tus ojos a alguna persona? A veces la ira, el odio, o nuestros defectos de carácter convierten nuestra mirada en un huracán fuera de control. ¡Cuánto daño hacemos en esas ocasiones!
¿Has sentido alguna vez la mirada de Jesús? Cuando Jesús nos mira, todo nuestro ser queda al descubierto, incluso los secretos más íntimos. Pero su mirada, tan cargada de amor, hace que tu corazón se subyugue y exclame: «¡Señor, quiero ser limpio!». Y es que la mirada de Jesús tiene un toque especial, que no se encuentra en ninguna otra mirada. Es triste (no tolera el pecado) pero a la vez es bondadosa (ama al pecador).
Jesús nos mira hoy para decirnos: «Una cosa te falta». Debes reflejar ese amor que yo te muestro en mi mirada. No importa cuáles sean tus circunstancias, el amor debe ser el motor impulsor de tu vida».
Conversa hoy con tu Dios, ese Dios que te mira con ternura, y suplícale que transforme tu vida de tal forma que solo produzca amor. Entonces tus palabras, acciones, gestos y miradas serán un bálsamo para los que te rodean. Nadie saldrá lastimado con tu presencia porque reflejarás la presencia de Cristo.
El amor es la luz que ilumina tu mirada.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
No hay comentarios:
Publicar un comentario