Todo me es lícito, pero no todo conviene, todo me es lícito, pero no todo edifica. 1 Corintios 10:23.
Cuando tenía once años, Rulo, uno de mis amigos de la infancia, me llevo a un lugar que me fascino desde el primer momento que entre: un salón de Juegos electrónicos. Había toda una variedad, imágenes y sonidos estremecedores que daban la sensación de estar "dentro" de un juego, y aunque teníamos que pagar para luego jugar, nos ingeniábamos de alguna manera para conseguir dinero.
Con el paso de los años, esos juegos comenzaron a acercarse más a la realidad y a adquirir un aspecto tridimensional. Finalmente, con la llegada de las computadoras a los hogares, esa tecnología creció hasta lo que conocemos hoy.
Existen juegos de todo tipo y para todos los gustos. Hay juegos de aventura, de artes marciales, de guerra, de estrategia y otros. Es llamativo el ingenio que los programadores han puesto en estos juegos. Entre los factores que atrapan la atención de los jugadores se encuentran: Imágenes llamativas y sugestivas, el sonido y la música, el sentido de aventura y suspenso, la satisfacción de lograr un triunfo y el deseo de terminar el juego.
Pero, así como en todas las cosas, es importante lograr un equilibrio. Esos juegos llamativos hacen que miles de jóvenes se dediquen a ellos de manera tan obsesiva que le quiten tiempo al estudio, la familia, los amigos y los deportes. Con una dedicación casi hipnótica se sumergen en los juegos y se olvidan del mundo que los rodea. Sus ansias de jugar se tornan insaciables.
Con el deseo de que los cristianos corintios tuvieran un sano equilibrio en sus decisiones, el apóstol Pablo les aconsejo: "Todo me es licito, pero no todo conviene, todo me es licito, pero no todo edifica". La niñez y la juventud dedican mucho tiempo a los juegos, y los jóvenes de las últimas décadas aumentaron su "dosis" de entretenimientos con los pasatiempos cibernéticos. Pero cuidado: hay que tener equilibrio y saber darle el lugar que les corresponde.
Nuestro Padre de amor te da la libertad de elegir tus distracciones, pero te exhorta para que ninguna de ellas logre dominar tu voluntad. Con sabiduría aprende a controlar tus pasatiempos, y tu vida estará llena de valiosos triunfos espirituales, sociales, académicos y laborales.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Cuando tenía once años, Rulo, uno de mis amigos de la infancia, me llevo a un lugar que me fascino desde el primer momento que entre: un salón de Juegos electrónicos. Había toda una variedad, imágenes y sonidos estremecedores que daban la sensación de estar "dentro" de un juego, y aunque teníamos que pagar para luego jugar, nos ingeniábamos de alguna manera para conseguir dinero.
Con el paso de los años, esos juegos comenzaron a acercarse más a la realidad y a adquirir un aspecto tridimensional. Finalmente, con la llegada de las computadoras a los hogares, esa tecnología creció hasta lo que conocemos hoy.
Existen juegos de todo tipo y para todos los gustos. Hay juegos de aventura, de artes marciales, de guerra, de estrategia y otros. Es llamativo el ingenio que los programadores han puesto en estos juegos. Entre los factores que atrapan la atención de los jugadores se encuentran: Imágenes llamativas y sugestivas, el sonido y la música, el sentido de aventura y suspenso, la satisfacción de lograr un triunfo y el deseo de terminar el juego.
Pero, así como en todas las cosas, es importante lograr un equilibrio. Esos juegos llamativos hacen que miles de jóvenes se dediquen a ellos de manera tan obsesiva que le quiten tiempo al estudio, la familia, los amigos y los deportes. Con una dedicación casi hipnótica se sumergen en los juegos y se olvidan del mundo que los rodea. Sus ansias de jugar se tornan insaciables.
Con el deseo de que los cristianos corintios tuvieran un sano equilibrio en sus decisiones, el apóstol Pablo les aconsejo: "Todo me es licito, pero no todo conviene, todo me es licito, pero no todo edifica". La niñez y la juventud dedican mucho tiempo a los juegos, y los jóvenes de las últimas décadas aumentaron su "dosis" de entretenimientos con los pasatiempos cibernéticos. Pero cuidado: hay que tener equilibrio y saber darle el lugar que les corresponde.
Nuestro Padre de amor te da la libertad de elegir tus distracciones, pero te exhorta para que ninguna de ellas logre dominar tu voluntad. Con sabiduría aprende a controlar tus pasatiempos, y tu vida estará llena de valiosos triunfos espirituales, sociales, académicos y laborales.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
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