martes, 13 de septiembre de 2011

JESÚS POR EL MUNDO

Más no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Juan 17:20, 21.

Entre los muchos ejemplos de intercesión en oración, el más grandioso y el más sublime es la oración de Jesús en Juan 17. Su vida no tuvo momentos de intercesión, sino que su vida fue una constante mediación en favor de los demás. Si los cristianos imitamos a alguien cuando oramos por otros, es precisamente a Jesús.
En la oración sacerdotal realizada en el aposento alto en presencia de todos los discípulos, el Hijo de Dios expresó: "Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno". En esa plegaria, Jesús oró por ti y por mí, pues todos los creyentes conocimos el evangelio por la palabra de los apóstoles registrada en la Biblia.
¿Qué es lo que hace un mediador o un intercesor? Un mediador es el que interviene entre dos partes para que haya un acuerdo y una reconciliación. Todavía recuerdo cuando tuve que hacer de mediador entre una parejita de novios quinceañeros. En algún momento de su noviazgo, él la engañó en una fiesta de cumpleaños; y en ella, la angustia y el desconsuelo no conocieron límites. Luego de la pelea, ella sentía que todavía lo amaba y estaba dispuesta a darle una segunda oportunidad. Pero ¿cómo se enteraría él si ya no se hablaban? Fue allí cuando ella entró a mi oficina y me pidió un gran favor: "Hable con mi ex novio y dígale que estoy dispuesta a olvidar todo y comenzar de nuevo... ¿Haría esto por mí?" Hablé con el muchacho a solas, en principio para que comprendiera lo terrible del engaño en una relación sentimental, y luego para que supiera que ella le daba una segunda oportunidad. Días más tarde, al verlos pasear juntos por el patio escolar, comprendí que se habían reconciliado.
El pecado de la humanidad separó terriblemente al hombre de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, nuestro Mediador ante el Padre, vivió, murió, se resucitó y oró para que la raza humana se reconciliara con Dios. No importa cuán bajo hayamos caído, no importa cuán terrible haya sido nuestro pecado, no importa las consecuencias que debamos afrontar, si nos arrepentimos verdaderamente podemos reconciliarnos con Dios.
Jesús oró en el aposento alto para que el mundo se tornara a Dios, y dentro de esa oración estamos involucrados tú y yo.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

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