En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno. Job 1:22.
Una de las grandes pruebas que le tocará vivir al pueblo de Dios en los últimos días, es el llamado "tiempo de angustia". Esa prueba será tan terrible y angustiante que "si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mat. 24:22).
En las Escrituras encontramos ejemplos de hombres que tuvieron que vivir pruebas terribles, como Job, quien sufrió sin tener culpa, solo porque Satanás lo atacaba. Job era "perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:1) y no merecía que sus hijos murieran ni perder todos sus bienes, pero Dios lo permitió para mostrar a los seres celestiales la fidelidad de su siervo.
Job era el mejor del mundo en santidad (vers. 8), pero tuvo que sufrir como un delincuente y asesino, pagando con sus bienes, la vida de sus diez hijos y su salud, por algo que no había hecho. El patriarca nació en un mundo donde combaten el bien y el mal. Este conflicto se repite constantemente. Se muestra aun en la bella rosa cercada de espinas y en las guerras que cobran las vidas de miles de inocentes.
Job era leal a Dios, quien lo había cercado junto con su hogar y sus bienes para aislarlo del enemigo. Pero en el cielo se planteó un desafío: ¿Servía Job a Dios por amor o por conveniencia?
La única manera de que los seres angelicales supieran las intenciones de su corazón era dejar a Job en las manos de Satanás, y eso ocurrió. En un solo día, el enemigo le quitó todas sus riquezas y mató a sus hijos, y más adelante le produjo una sarna maligna. ¿Merecía Job sufrir todo este dolor? No. ¿Quién fue el causante de todo ese mal? Satanás, aunque Dios también se hizo responsable por quitar su cerco protector al decir, "tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa" (Job 2:3).
La historia tiene un final feliz, aunque nunca podremos entender por completo la angustia y el sufrimiento de Job a menos que vivamos su experiencia. Job hizo frente a esa tremenda prueba, y tú y yo podremos hacer frente al tiempo de angustia que nos tocará vivir, si aprendemos ahora a depender de Dios y su poder. Job salió victorioso de su tiempo de angustia. ¿Cómo saldremos tú y yo de nuestras pruebas?
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel
Una de las grandes pruebas que le tocará vivir al pueblo de Dios en los últimos días, es el llamado "tiempo de angustia". Esa prueba será tan terrible y angustiante que "si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mat. 24:22).
En las Escrituras encontramos ejemplos de hombres que tuvieron que vivir pruebas terribles, como Job, quien sufrió sin tener culpa, solo porque Satanás lo atacaba. Job era "perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:1) y no merecía que sus hijos murieran ni perder todos sus bienes, pero Dios lo permitió para mostrar a los seres celestiales la fidelidad de su siervo.
Job era el mejor del mundo en santidad (vers. 8), pero tuvo que sufrir como un delincuente y asesino, pagando con sus bienes, la vida de sus diez hijos y su salud, por algo que no había hecho. El patriarca nació en un mundo donde combaten el bien y el mal. Este conflicto se repite constantemente. Se muestra aun en la bella rosa cercada de espinas y en las guerras que cobran las vidas de miles de inocentes.
Job era leal a Dios, quien lo había cercado junto con su hogar y sus bienes para aislarlo del enemigo. Pero en el cielo se planteó un desafío: ¿Servía Job a Dios por amor o por conveniencia?
La única manera de que los seres angelicales supieran las intenciones de su corazón era dejar a Job en las manos de Satanás, y eso ocurrió. En un solo día, el enemigo le quitó todas sus riquezas y mató a sus hijos, y más adelante le produjo una sarna maligna. ¿Merecía Job sufrir todo este dolor? No. ¿Quién fue el causante de todo ese mal? Satanás, aunque Dios también se hizo responsable por quitar su cerco protector al decir, "tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa" (Job 2:3).
La historia tiene un final feliz, aunque nunca podremos entender por completo la angustia y el sufrimiento de Job a menos que vivamos su experiencia. Job hizo frente a esa tremenda prueba, y tú y yo podremos hacer frente al tiempo de angustia que nos tocará vivir, si aprendemos ahora a depender de Dios y su poder. Job salió victorioso de su tiempo de angustia. ¿Cómo saldremos tú y yo de nuestras pruebas?
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