Júrame por el Señor [...], que no dejarás que mi hijo Isaac se case con una mujer de esta tierra de Canaán, donde yo vivo. Génesis 24:3.
Dicen que quien sabe hacia dónde va, ya ha recorrido la mitad del camino. Ya se trate de decisiones importantes, como la elección de la carrera universitaria o de asuntos triviales como llevar una lista de compras al supermercado, siempre conviene saber de antemano lo que se quiere. Es decir, hacer un «trabajo por adelantado».
Hoy te propongo realizar un trabajo por adelantado con respecto a una de las decisiones más importantes que tomarás durante tu existencia: la persona que que será tu compañero o compañera para toda la vida.
¿Cómo hacerlo? Una manera sencilla es elaborando una lista de las cualidades que convertirían a esa persona en un candidato o candidata en potencia; y, por supuesto, de los defectos que de plano la descalificarían. Algo como esto: «Lo que la califica». «Lo que la descalifica».
Cuando tenía tu edad, aún no era miembro de la Iglesia Adventista, pero ya tenía trabajo adelantado en ese sentido. Por ejemplo, tenía bien claro que no me casaría con una mujer que tuviera vicios. «La mujer con la que me case —pensaba yo — tiene que ser un buen ejemplo para mis hijos. Además, no quiero pasarme la vida besando a una mujer con la boca hedionda por el cigarrillo o el alcohol».
También tenía claro que no me casaría con una muchacha «manoseada». O con una joven que pasara más tiempo en la calle que en su casa. Había otras cosas en mi «lista». Pero lo importante aquí es: ¿Ya tienes tu propia lista?. ¿Qué características automáticamente descalificarían a una persona que te pretenda? ¿Te casaría por ejemplo, con alguien que no comparta tus mismas creencias religiosas? ¿Con una persona que tenga vicios? ¿Que sea dominante? ¿Que no te respete? Por el contrario, ¿qué cualidades debería tener esa persona? ¿Qué virtudes esperas encontrar en él o ella?
Trabajo por adelantado. De esto se trata. De esta manera, no perderás tu tiempo con quienes no encajan en tu lista, reducirás al mínimo las posibilidades de equivocarte y, a la hora de escoger, lo harás más con la cabeza que con el corazón.
Por supuesto, orar a Dios pidiendo su dirección también es parte de ese trabajo por adelantado.
Padre celestial, al pensar en las cualidades de mi futuro cónyuge, de que esa persona te ame por sobre todas las cosas.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
No hay comentarios:
Publicar un comentario