Con una mano trabajaban y con la otra sujetaban el arma. Nehemías 4:17.
El título de nuestro tema no se refiere a Mel Gibson, el actor principal de la película Corazón valiente. Se refiere a Nehemías, un líder a la altura de las circunstancias.
Varios siglos antes de Cristo, Nehemías estuvo al frente de un grupo de judíos a quienes el rey Artajerjes había autorizado para reconstruir las murallas de Jerusalén. Sin embargo, lo que a simple vista parecía una tarea sencilla, se convirtió en un desafío de proporciones gigantescas, porque apenas se supo del plan de reconstrucción, aparecieron los enemigos gratuitos, encabezados por Sanbalat y Tobías. ¿Qué hicieron estos aguafiestas para evitar la realización de la obra? Acusaron a Nehemías de rebelión (Neh. 6:5-9), intentaron atemorizarlo (4:7-13), lo ridiculizaron (2:19) y se confabularon para hacerle daño (6:2-4).
¿Cómo respondió Nehemías a estos perversos? Oró a su Dios. Cada vez que Nehemías se encontraba en dificultades, oraba (ver, por ejemplo, 1:4-11; 4:4-5, 9;6:9, etc.). ¡Por eso no podían contra él!
No obstante, Nehemías no solo oraba, sino que también actuaba. Cuando él y sus aliados supieron que se planeaba un inminente ataque a Jerusalén, oraron a Dios, ¡pero también pusieron guardias «día y noche» para defenderse! Más aún, dice el relato que los obreros «con una mano trabajaban, y con la otra sujetaban el arma» (4:17). Algo así como dice el refrán: «A Dios rogando y con el mazo dando». ¡Con razón pudieron completar la tarea en apenas 52 días! ¿Cómo se puede trabajar con un arma en una mano y una pala en la otra? No lo sé. Lo que sí sé es que Nehemías no se sentaba a esperar resultados.
¿Estás enfrentando ahora mismo un desafío grande en tu vida? ¿Quieres realizar un proyecto personal pero estás encontrando mucha oposición? Hoy has aprendido que tienes que arar. Allí se encuentra la fuente de poder. Pero además de orar, tienes que actuar; es decir, hacer todo lo que puedas, de la mejor manera que puedas. En otras palabras, tienes que tomarte de Dios con una mano, y con la otra hacer el trabajo que él te ha asignado.
Mientras sigas estos consejos, nada ni nadie podrán detenerte: «A todo puedo hacerle frente, pues Cristo es quien me sostiene» (Fil. 4:13).
Padre aman, al enfrentar mis desafíos hoy, me apoyo en ti, y resuelvo hacer mi parte con fe y valor.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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