«Luego lavará su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y después podrá entrar en el campamento, aunque quedará ritualmente impuro hasta la tarde» (Números 19:7).
¿Te gusta lavarte? Apuesto a que no. ¿Sabes?, cuando yo era niño no obedecía a la primera si mi mamá o mi papá me decían que fuera a lavarme las manos porque íbamos a comer o simplemente porque las tenía muy sucias. No es que nos guste estar sucios, pero por alguna razón, a veces nos da pereza lavarnos, aunque sepamos que limpios nos vemos mucho mejor
La Biblia nos habla muchas veces sobre la importancia de estar limpios. Y no solamente de estar limpios por fuera, sino especialmente por dentro. Por fuera siempre debemos mostrar nuestra mejor imagen, presentarnos ante la gente como personas «sin mancha», pero estar «sin mancha» por dentro es mucho más importante.
¿Qué quiere decir estar «sin mancha» por dentro? Pues quiere decir que cuando hemos hecho algo malo, cuando hemos lastimado a alguien, cuando hemos sido desobedientes o nos hemos portado mal, de alguna manera nos sentimos sucios. Pero no tenemos que quedarnos con esa suciedad, porque si oramos a Dios para que nos perdone, quedamos «limpios» de nuevo. Entonces, lo único que nos falta es pedir perdón a las personas a las que hemos hecho daño.
Si le cuentas a Jesús todas las cosas que te hacen verte sucio, él podrá limpiarte de nuevo para que luzcas de lo mejor
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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