«Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti» (Isaías 60:1).
¿Qué es nuestra luz? Nuestra luz es nuestro ejemplo. Veamos algunas formas en que nuestra luz puede iluminar a los que nos rodean.
Si la luz de Cristo brilla a través de nosotros se hará patente para los que nos rodean en nuestra forma de hablar, de tratar a los que nos rodean, de trabajar, de jugar, de gastar el dinero; en pocas palabras: en todos los aspectos de nuestra vida. Tendremos la atención puesta en Cristo en lugar de en nosotros mismos. Si la luz de Cristo brilla a través de nosotros mostraremos el fruto del Espíritu. Por la gracia de Dios seremos afectuosos, amables, humildes, mansos y pacientes. Seremos ciudadanos de un reino distinto; del reino de los cielos.
Si la luz de Cristo brilla a través de nosotros, presentaremos a Jesús como la respuesta a los problemas de este mundo. Jesús es la esperanza de los pecadores. Vino para salvarlos. Por tanto, los que no creen verán en nosotros una señal que apunta hacia Jesucristo y los invitaremos a que tengan fe en él para obtener la vida eterna y el perdón para sus pecados.
Si la luz de Cristo brilla a través de nosotros, nuestra vida revelará la verdad que hay en Jesús. No hay nada que impida que una máquina transmita la verdad, pero el único modo de vivirla es con todo nuestro ser. Al vivir la verdad rechazaremos las tinieblas, porque la luz y las tinieblas son incompatibles. Nuestra luz puede mostrar el camino a través de la oscuridad y ser una guía para los demás.
Cuando era niño, en la Escuela Sabática solíamos cantar una canción que decía más o menos así: «Brilla en el sitio donde estés». Cuesta pensar que podemos llegar a iluminar el mundo entero. Es una tarea de titanes que escapa a nuestras fuerzas. Sin embargo, sí podemos iluminar a quienes nos rodean. El lugar preciso en donde vivimos es, de hecho, nuestro rinconcito del mundo.
En los oscuros días del fin de la historia de la humanidad, a cada uno de nosotros se le ha encomendado una tarea especial. Es algo que no puede hacer nadie más sino cada uno de nosotros personalmente, porque somos únicos y cada uno de nosotros tiene distintos parientes y amigos, vive en un lugar distinto y tiene distintos talentos. Sin embargo, Jesús nos llama a todos para que seamos una luz para él. Ahora es el momento de brillar: «Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová y sobre ti será vista su gloria» (Isa. 60: 2). (Basado en Mateo 5: 14-16).
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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