sábado, 16 de junio de 2012

NO SON PARA NOSOTROS


«No nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos manifiestan su falta de juicio al medirse con su propia medida y al compararse consigo mismos» (2 Corintios 10:12).

En cierta ocasión, una niña le preguntó a su mamá si creía que Jesús va a volver. Su mamá le respondió que sí. La niña le preguntó si creía que podría venir hoy mismo, en pocos minutos. Sin prestar demasiada atención a lo que le preguntaba su hijita, ella respondió mecánicamente: «Sí». Entonces la niña replicó: «¿Me peinas?».
Si realmente creemos que Jesús viene pronto, ¿no deberíamos prepararnos? Los discípulos le preguntaron a Jesús cuándo regresaría y cuáles serían las señales que tendrían que buscar. Jesús les dijo muchas de las cosas que iban a pasar, pero, acto seguido, les advirtió que lo realmente importante para ellos era velar, velar y velar.
Jesús también dijo que tenían que estar preparados. Estar preparado quiere decir ser puro, amable, humilde, paciente y estar dispuesto a perdonar; en otras palabras, tener el fruto del Espíritu.
Luego Jesús agregó un elemento más a velar y estar preparado, añadió el trabajo. Para ayudarlos a entender qué significa trabajar, les contó varias parábolas. La primera era la parábola de los talentos. 
A veces, conversando sobre los talentos que el Señor nos ha dado, alguien dice: «Eso está muy bien para los demás, pero yo no tengo ningún talento...». Esta idea procede de una mala comprensión de qué es un talento. Mucha gente piensa que un talento es una habilidad, una aptitud o una facultad natural que está por encima del promedio general. Se dice que las personas nacen con talentos o sin ellos.
Esta comprensión es incompleta y, de hecho, pone de manifiesto la inclinación egoísta de la mente y el corazón humanos. En la antigüedad, un talento era a la vez una medida de peso y una moneda; esa era la idea que tenía en mente cuando les explicó la parábola. Los talentos usados correctamente son el tesoro que Dios nos presta para servirlo. Los dones del Espíritu no se dan al nacer, no se adquieren a través de los genes de los padres. No tenemos ningún derecho personal sobre ellos. Al emplear los dones del Espíritu con fines personales los estamos dando un uso inadecuado. No son para nosotros. Basado en Mateo 25: 14-30

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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