«Sacian su sed los árboles, los cedros del Líbano que el Señor plantó. En ellos anidan las aves más pequeñas, y en los pinos viven las cigüeñas» (Salmo 104:16,17).
Hoy caminaremos por un parque que está cerca de mi casa. Vamos a examinar esos árboles sin hojas que están allá. En Colorado, donde yo vivo, a los árboles se les caen las hojas en octubre y noviembre. Algunas personas piensan que los árboles no se ven bien sin sus hojas. Tal vez es verdad, pero cuando esto ocurre podemos ver algo que no es posible ver durante el verano, cuando el árbol está verde y lleno de hojas. ¿Sabes a qué me estoy refiriendo? Correcto, me estoy refiriendo a los nidos de las aves.
El versículo de hoy nos dice que Dios hizo los árboles para que las aves tuvieran donde construir sus nidos. Cuando él creó este mundo pensó hasta en el lugar donde las pequeñas aves vivirían. ¡Qué Dios tan detallista!
Pero por más que Dios ame a las aves, nosotros somos mucho más valiosos para él. Él nos ama demasiado y está interesado en todos los detalles de nuestra vida, por muy pequeños que parezcan. Él quiere saber lo bueno y lo malo. Él quiere que le contemos todo lo que nos ha ocurrido en el día. ¿Por qué no te arrodillas en este momento y le cuentas todas tus cosas?
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush
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