viernes, 13 de julio de 2012

NO TE EQUIVOQUES


No os unáis en yugo desigual con los incrédulos (2 Corintios 6:14).

Sayin conoció a José mientras ambos asistían a la escuela preparatoria. Sus miradas se cruzaban, pero jamás entablaron conversación alguna durante aquellos tres años. Un año después se encontraron de nuevo y él decidió hablarle. Luego se hicieron novios. José no era cristiano y ella sí. A pesar de las diferencias y de los consejos recibidos, Sayin siguió alimentando aquella relación. Pensó que si se mantenía firme en sus convicciones, un día José llegaría a amar a Dios. Pero durante el tiempo que estuvieron juntos él nunca quiso acercarse al Señor.
Algún tiempo después, Sayin tuvo que trasladarse a otra ciudad, pero la relación continuó. Pasó otro año y José decidió terminar su noviazgo porque conoció a otra chica en la universidad. Nuestra amiga sufrió mucho porque incluso habían hablado de casarse.
Pasado el tiempo Sayin conoció a Eduardo, un joven cristiano. La amistad creció, se hicieron novios e hicieron planes de matrimonio. Sin embargo, cinco meses antes de la boda Sayin se encontró con José. José le suplicó que no se casara y que rompiera su compromiso.
Ella se sintió confundida. Decidió que lo mejor era dejarlo todo en las manos de Dios y oró: «Querido Padre, deseo que tú, que conoces mi pasado, mi presente y mi futuro, decidas por mí. Sé que es un error volver con José, pero no tengo fuerzas para decírselo. Me siento muy confundida. Perdóname, pero considero que únicamente tú me comprendes. Deseo que me ayudes, permitiéndome soñar con la persona indicada siete veces».
A pesar de que la respuesta era obvia, Dios tuvo misericordia de Sayin y le respondió en la forma que ella se lo había pedido. Soñó tres noches seguidas con José y pensó en terminar con Eduardo. Pero todavía no era tiempo, debía esperar. A la cuarta noche soñó con Eduardo, y luego lo hizo durante seis noches más. Ya no había dudas.
Querida amiga, Satanás es astuto y te impulsa a que dudes de lo que el Señor nos dice en su Palabra. Por más difícil que sea tu problema, ¡hazle caso a Dios! No te equivoques.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Feliciana Aguilar de Navarro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario