¡Bendito sea el Señor! ¡Cada día nos colma de beneficios el Dios de nuestra salvación! Salmo 68:19, RV95
La publicidad vende un estilo de vida, una manera de pensar y de actuar que, en muchas ocasiones, un verdadero cristiano no puede aceptar por lo menos por dos razones.
La primera razón se refiere a los promesas de los anuncios publicitarios. Con tal de vender, la publicidad promete satisfacer tus necesidades físicas (sed, hambre, descanso...) y psicológicas (aprobación, afecto, aceptación, superación personal...). Estas necesidades, debo decirte, no fueron inventadas por la publicidad. Fue Dios quien las creó. El nos diseñó de modo que tuviéramos necesidades físicas; y también para recibir afecto, para sentir el deseo de superarnos, etc. El problema con los anuncios publicitarios se presenta cuando prometen suplir esas necesidades básicas en tu vida si compras tal o cual producto, como muestran los siguientes ejemplos, citados por Michael Hanna y James Gibson (Public Speakingfor Personal Success [Cómo hablar en público para tener éxito personal], pp. 324-327):
— «Te sentirás seguro si compras... (la promesa de suplir tu necesidad de seguridad).
— «Muestra tu potencial como líder. Compra...» (el desarrollo personal).
— «Para gente de éxito hemos creado...» (la superación).
Lo cierto del caso es que para suplir estas y otras necesidades psicológicas no tienes que comprar ese producto, ni ningún otro en particular. Porque el mismo Dios que puso en nuestro ser esas necesidades también proveyó la forma de satisfacerlas: por medio de relaciones significativas con él y con nuestros semejantes.
La segunda razón tiene que ver con los mensajes de los anuncios, pues algunos están claramente reñidos con los valores cristianos, como lo muestra Joe Wheleer en La tiranía del control remoto (pp. 79-81):
— Tu valor como persona depende del consumo de productos.
— Todos los problemas tienen solución rápida, con la ayuda de algún recurso técnico.
— Los alimentos de mala calidad son mejores que una dieta sana y nutritiva.
— El sexo casual es mucho más importante que el auténtico compromiso.
Por más que los anuncios publicitarios se empeñen en convencerte de que ofrecen cuanto necesitas, la realidad es que solo Dios, tu Creador, puede suplir tus necesidades más profundas, cumplir tus sueños y darte vida abundante. Todo lo demás es... ¡puro cuento!
Querido Padre celestial, hoy quiero apoyarme en ti para satisfacer mis necesidades personales más profundas.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala
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