miércoles, 26 de septiembre de 2012

VELARÉ POR TI HASTA EL FIN


Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré. (Isaías 46:4).

Se dice que la edad madura se inicia en el momento en que una persona empieza a pensar en el tiempo que le queda para llevar a cabo las cosas que aún debe realizar. Por lo general las mujeres no nos despertamos cada mañana diciendo: «Muy bien, hoy soy mucho más vieja que ayer, por tanto debo terminar esto antes de que sea demasiado tarde». Pero al ir pasando los años, y al llegar con ellos las enfermedades y los achaques, poco a poco nos vamos sintiendo frágiles y dependientes.
El Señor puede usar tanto a las mujeres jóvenes como a las que ya tienen cierta edad. Una hermana de mayor edad podría actuar como consejera y maestra para ayudar a las más jóvenes. En vez de ceder a la tentación de mostrar una actitud quejumbrosa, apática, y malhumorada es conveniente que las madres y abuelas nos volquemos en amar a nuestros hijos y nietos. Bríndale cariño a tu cónyuge. Disfruta de su compañía si acaso los hijos se han ido y ya no hay apuros ni obligaciones. Si estás sola, disfruta de la gente que te ama y se preocupa por ti. Involúcrate en la actividad misionera, en la visitación a los enfermos; eso te hará sentir mucha satisfacción y te devolverá la alegría de vivir. Trata de ser una suegra como Noemí, una madre prudente como Abigail o una abuela paciente y cariñosa como Loida, la abuela de Timoteo.
A veces nos sentimos orgullosas de las cosas que hemos hecho en el pasado y nos echamos a descansar, en lugar de continuar buscando todo aquello que podemos hacer ahora, con las energías que nos quedan y la sabiduría y la experiencia acumuladas.
Pongamos a prueba la promesa de Dios, según la cual los que están «plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová, mi fortaleza, es recto y que en él no hay injusticia» (Sal. 92:13-15).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por  Fanny Narváez  de Vargas

No hay comentarios:

Publicar un comentario