Quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová dar la victoria, sea con muchos o con pocos» (1 Samuel 14:6).
¿Pasa con la persona que solo tiene un talento? ¿Es lícito que piense que, ya que su acción no es muy determinante, no pasa nada si no lo intenta? No hay que menospreciar el poder de las cosas pequeñas, aun de un único talento, ni su influencia.
El evangelio entró en Japón gracias a una pequeña porción de las Escrituras que llegó a la costa flotando y que un caballero japonés recogió de la arena. Más adelante pidió que se le enviara una Biblia completa y los misioneros lo instruyeron.
Cuando la muerte le arrebató su hijito a la reina de Corea, una sirvienta de palacio le habló del cielo y de un Salvador que la llevaría allí para que estuviera con él. De este modo, una doncella cautiva introdujo el evangelio en Corea.
El éxito de la misión de Telugu, en el estado de Andhra Pradesh, en la India, dependía del hecho de que John Cloud había estudiado ingeniería de caminos, canales y puertos en la universidad. Por lo tanto pudo firmar un contrato para la construcción de un canal que empleaba a miles de obreros a los que predicaba todos los días sobre el texto de Juan 3:16. El resultado de este trabajo fue el bautismo de 10.000 conversos en un año.
El hambre del hijo de Colón lo llevó a parar en un monasterio de Andalucía y pedir pan. El prior del monasterio, que había sido el confesor de la reina Isabel, escuchó la historia del navegante aventurero y consiguió una audiencia con la reina que dio lugar al viaje de Colón y su descubrimiento de América. Y todo a causa del hambre del niño.
Robert Bruce, uno de los grandes reyes de Escocia, se refugió en una cueva del perseguidor que quería matarlo. De repente, una araña tejió una tela ante la boca de la cueva y cuando los perseguidores pasaron por allí vieron la telaraña y quedaron convencidos de que nadie había entrado en la cueva. El destino de millones de personas dependió de una simple telaraña.
«Por pequeño que sea vuestro talento, Dios tiene un lugar para él» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 294). Basado en Mateo 25: 14-30
Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill
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