Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley. Salmo 119:126.
El Señor viene pronto. La maldad y la rebelión, la violencia y el crimen están llenando el mundo. Los clamores de los que sufren y los oprimidos ascienden a Dios por justicia. En vez de ser suavizados por la paciencia y la tolerancia de Dios, los impíos se están fortaleciendo en una rebelión obstinada. El tiempo en que vivimos es de una marcada depravación. La restricción religiosa es descartada y la gente rechaza la ley de Dios como indigna de su atención. Sobre la ley de Dios se coloca un desprecio poco común.
Dios nos ha dado por su gracia un momento de respiro. Cada facultad prestada del cielo ha de usarse en hacer la obra asignada por el Señor a favor de aquellos que perecen en la ignorancia. El mensaje de advertencia ha de resonar por todas partes del mundo. No debe haber demora. La verdad debe ser proclamada en los lugares oscuros de la tierra. Hay que hacer frente a los obstáculos y superarlos. Debe hacerse una gran obra, y esta obra ha sido confiada a los que conocen la verdad.
Ahora es el momento de echar mano del brazo de nuestra fuerza. La oración de los pastores y los miembros laicos debe ser la oración de David: "Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley". Lloren los siervos de Jehová entre el pórtico y el altar, clamando: "Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad" (Joel 2:17). Dios siempre ha obrado en favor de su verdad. Los designios de los impíos, de los enemigos de la iglesia, están sujetos a su poder y su providencia es capaz de predominar sobre ellos. Él puede obrar sobre los corazones de los estadistas; la ira de los turbulentos y desafectos aborrecedores de Dios, de su verdad y de su pueblo puede ser desviada, como se desvían los ríos cuando él lo ordena.
La oración mueve el brazo de la Omnipotencia. El que manda a las estrellas en su orden en el firmamento, cuya palabra domina todo el mar, el mismo Creador infinito obrará en favor de sus hijos si ellos lo invocan con fe. El refrenará las fuerzas de las tinieblas, hasta que se dé al mundo la amonestación y todos los que quieran escucharla estén preparados para el conflicto.— Review and Herald, 14 de diciembre de 1905; parcialmente enjoyas de los testimonios, t. 2, pp. 152, 153, 154.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
El Señor viene pronto. La maldad y la rebelión, la violencia y el crimen están llenando el mundo. Los clamores de los que sufren y los oprimidos ascienden a Dios por justicia. En vez de ser suavizados por la paciencia y la tolerancia de Dios, los impíos se están fortaleciendo en una rebelión obstinada. El tiempo en que vivimos es de una marcada depravación. La restricción religiosa es descartada y la gente rechaza la ley de Dios como indigna de su atención. Sobre la ley de Dios se coloca un desprecio poco común.
Dios nos ha dado por su gracia un momento de respiro. Cada facultad prestada del cielo ha de usarse en hacer la obra asignada por el Señor a favor de aquellos que perecen en la ignorancia. El mensaje de advertencia ha de resonar por todas partes del mundo. No debe haber demora. La verdad debe ser proclamada en los lugares oscuros de la tierra. Hay que hacer frente a los obstáculos y superarlos. Debe hacerse una gran obra, y esta obra ha sido confiada a los que conocen la verdad.
Ahora es el momento de echar mano del brazo de nuestra fuerza. La oración de los pastores y los miembros laicos debe ser la oración de David: "Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley". Lloren los siervos de Jehová entre el pórtico y el altar, clamando: "Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad" (Joel 2:17). Dios siempre ha obrado en favor de su verdad. Los designios de los impíos, de los enemigos de la iglesia, están sujetos a su poder y su providencia es capaz de predominar sobre ellos. Él puede obrar sobre los corazones de los estadistas; la ira de los turbulentos y desafectos aborrecedores de Dios, de su verdad y de su pueblo puede ser desviada, como se desvían los ríos cuando él lo ordena.
La oración mueve el brazo de la Omnipotencia. El que manda a las estrellas en su orden en el firmamento, cuya palabra domina todo el mar, el mismo Creador infinito obrará en favor de sus hijos si ellos lo invocan con fe. El refrenará las fuerzas de las tinieblas, hasta que se dé al mundo la amonestación y todos los que quieran escucharla estén preparados para el conflicto.— Review and Herald, 14 de diciembre de 1905; parcialmente enjoyas de los testimonios, t. 2, pp. 152, 153, 154.
Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White
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