Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía (Isaías 26:3).
Cierta vez, un hombre víctima de síntomas no relacionados con ninguna enfermedad o síndrome conocidos, convencido de que lo habían hechizado, fue a ver a su médico. Este puso frente al paciente dos tubos de vidrio, uno lleno de agua oxigenada y el otro de agua pura. Ambos tubos parecían idénticos. El médico sacó sangre del paciente, y la mezcló con el agua oxigenada. La mezcla inmediatamente comenzó a burbujear y a chisporrotear, por lo cual el paciente creyó que era la obra del hechizo.
El médico le dio luego al paciente una sencilla inyección salina y le dijo que esa medicina rompería el hechizo. Después de un rato, le sacó otra vez sangre al paciente y la mezcló con el agua pura del otro tubo. No hubo burbujeo ni chisporroteo, «prueba» de que el hechizo se había roto. El paciente salió del consultorio de su médico sintiéndose curado y llevó a todos sus amigos para que también los curara su excelente y sabio doctor.
La mente ejerce influencia sobre el cuerpo. El cristiano ha de cuidar su salud física y mental como parte de su vida espiritual. En una época de tanta violencia e inseguridad como la nuestra, una de las emociones más comunes que afrontamos es el temor. Es natural y tiene su lado positivo. El temor nos torna precavidos y nos libra de peligros que de otra manera podrían herirnos. Pero hay más temores imaginarios que reales. El filósofo Thomas Hobbes decía que el temor era el factor principal y motivador de la vida humana y que los seres humanos creamos los gobiernos para que nos libren de los temores que podrían hacernos daño. No importa quiénes seamos, dónde vivamos, cuan seguros nos sintamos, todos afrontamos situaciones que nos hacen sentir temor. El temor es una emoción que produce mucho estrés y puede perjudicar gravemente el cuerpo. Es decir, no se limita solamente a lo que se refiere a la mente, también puede tener efectos muy dañinos sobre la salud física.
La buena noticia es que Dios ha prometido guardar en completa paz, libre del temor, a quien confía en él. Cuan necesaria es esta promesa en un mundo tan inseguro como el nuestro. No temas instintivamente peligros que no existen. Teme prudentemente y evita los peligros conocidos. Pero Dios promete librar a sus hijos de todos los temores, reales e imaginarios. ¿Confiarás en él en esta mañana?
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez
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