Miren, el Señor omnipotente llega con poder, y con su brazo gobierna. Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede. Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas. Isaías 40:10-11.
El profeta Isaías, al citar las palabras de Dios, escribió: «Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!» (Isa. 55: 8-9). En otra porción de la Escritura leemos: «¿Quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» (1 Cor. 2:16). Estas declaraciones divinas podrían llevarnos a pensar que Dios es un ser impersonal y lejano a sus criaturas, que gobierna desde los cielos, volviéndose inalcanzable.
No obstante, son muchas las evidencias de que Dios es cercano a sus hijos. En el Edén, estuvo tan cerca de Adán y Eva, que hablaba con ellos cara a cara. Más tarde, con la entrada del pecado, y después de que el hombre y la mujer fueran despojados de todos sus privilegios, Dios tomó la decisión de enviar a su hijo Jesús a este mundo, el cual asumió la naturaleza humana para revelarse a nosotros con el único propósito de que pudiéramos conocerlo y restaurar la relación perdida. No podremos encontrar prueba mayor que esa de hasta qué punto Dios está cerca de nosotros y nos ama con inmenso amor.
Dios está cerca de nosotros. No es un ente misterioso que se mueve en una esfera inalcanzable para los humanos. El cielo y todos sus beneficios bajaron a la tierra cuando envió a Cristo manifestado a nosotros como un niño indefenso, que nació de padres humanos en una cuna humilde. Creció en el hogar modesto de un carpintero y vivió entre los hombres, haciéndose sensible a nuestras necesidades. Estuvo dispuesto a sufrir la muerte de cruz para librarnos de la condenación que pendía, implacable, sobre la humanidad al completo.
En el día de hoy, Dios desea acercarse a ti igual que un padre se acerca a su hija, mediante una relación plena de amor, comprensión y confianza, en la que todos tus actos pueden quedar a su vista sin temor, con la certeza de que cuentas con su perdón y su amor incondicionales.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado
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