sábado, 9 de enero de 2016

EL PRECIO MÁS ALTO

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16.

El 28 de junio de 1914, un asesino le disparó al príncipe de la corona austríaca, Archiduque Fernando. Muchas personas ni siquiera sabían quién era el príncipe y no les hubiera importado de todos modos. Pero, ese único disparo comenzó la primera guerra mundial alguna vez librada en la historia de la humanidad. Cuando la última arma se dejó caer, más de diez millones de soldados habían muerto y las naciones involucradas habían gastado más de doscientos mil millones de dólares para matarse entre sí. El pecado de Adán y Eva sumergió al mundo entero en la tristeza, la desconfianza, el crimen, la enfermedad y la muerte. Hasta aquí, Satanás había tenido éxito. Dios rápidamente envió a ángeles para que bloquearan el camino hacia el árbol de la vida. El diablo no había contado con eso, y esperaba que Adán y Eva comieran de aquel árbol y fueran pecadores para siempre. Afortunadamente, Dios no lo permitiría.
Pero, aun con el árbol de la vida bien custodiado, había tristeza por todo el cielo. Los ángeles se dieron cuenta de que Adán y Eva estaban perdidos y que cada bebé que naciera a partir de ese momento estaría condenado a crecer en un mundo de miseria, sin escapatoria. La gente viviría vidas vacías, moriría, se la colocaría en un ataúd y se la bajaría al frío suelo para quedar allí para siempre. No podían pensar en esto sin que las lágrimas corrieran por sus rostros.
Cómo sacar a la familia humana fuera de esta trampa mortal era un gran problema. Pero, en medio de la tristeza que había en el cielo, un día Jesús llamó a todos los ángeles juntos para dar un gran anuncio, fra el más grande se que hqya hecho alguna vez. pon todos los ángeles escuchando atentamente, presentó el plan que él y su Padre habían acordado antes de la creación de la fierra, fra un plan que le daría al hombre una salida: un escape de una muerte certera y definitiva.
Una ovación poderosa, como el sonido de una cascada altísima, ascendió. Pero, cuando Jesús explicó los detalles, otra vez se quedaron muy callados. Jesús mismo tendría que bajar a la Tierra y morir, y no solo una muerte común, sino el tipo de muerte causada por la separación de Dios que tendría que experimentar el pecador. Esto era impensable para ellos. Las manos se levantaron por toda la reunión cuando los ángeles se ofrecían voluntariamente para ir en su lugar, pero Jesús explicó que era imposible. Dado que la Ley es tan sagrada como Dios mismo, el castigo por quebrantarla podía tomar solo la vida del Hijo de Dios. El pecado vino con un precio tan alto que costaría la vida de Jesús.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward

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