“Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos”. 1 Corintios 10:11, NVI
¿Qué tienen los padres que los convierte en moralizadores tan grandes? Vivíamos en un pueblecito y mi madre siempre extraía moralejas y lecciones de la vida de los adultos, los adolescentes y los niños que nos rodeaban. “Bueno, ¿ves lo que le ocurrió cuando hizo eso? Y tú no querrás nunca hacer eso, ¿verdad?” Y, por supuesto, mis hermanos y yo negábamos sumisamente con un movimiento de cabeza realizado con vigor apropiado y obvia convicción.
Como un padre espiritual, Pablo recalca lo mismo. El peregrinar de “los elegidos” durante cuarenta largos años por las calientes arenas del desierto es una continua alegoría moral de la que el resto hemos de aprender cuidadosamente nuestras lecciones. Todas esas historias de los hijos de Israel en Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio “fueron escritas como enseñanza para nosotros”.
¿Entiendes? Todos esos relativos fueron escritos como lecciones espirituales y morales para la generación a la que “ha llegado el fin de los siglos”, es decir, para la generación que vive en el tiempo del fin, o, como lo vierte la versión Dios Habla Hoy, fueron puestos “en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos”.
Taylor Bunch tenía razón. Esas crónicas sobre el pueblo que Dios suscitó para que entrara en la Canaán terrenal han de ser un manual básico para el pueblo espiritual que Dios ha suscitado para entrar en la Canaán celestial. Todo lo acontecido al Israel de antaño, nos advierte Pablo, sirve de ejemplo para la generación que vive en el tiempo del fin. Después de todo, el Dios que contó con sus “elegidos” al comienzo es el mismo Dios que cuenta con sus “elegidos” al final. Entonces, sin duda, las lecciones que procuró enseñarles también procurará enseñárnoslas a quienes nos “ha llegado el fin de los siglos”.
¿No enseñaremos, entonces, a nuestros hijos también? Deberíamos familiarizar a nuestros hijos “con los grandes pilares de nuestra fe, las razones por las cuales […] se nos ha llamado a ser, al igual que los hijos de Israel, un pueblo especial, una nación santa, separados y diferentes de toda la demás gente sobre la faz de la tierra” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 309). Eso precisamente recalcó Pablo: debemos aprender, con oración, las lecciones de la historia antigua, no sea que olvidemos el elevado llamamiento que Dios siempre ha extendido a “los elegidos”.
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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